jueves, 20 de julio de 2017

Capitulo 15 "Un mal entre nosotros"


Mientras Stephen seguía atentamente cada movimiento del sarcófago que había sido puesto sobre un soporte rodante para facilitar su movimiento y que previamente había sido inmovilizado y asegurado para su seguridad y transporte. Hawk salió del remolque donde estaba el paquete y nos miraba uno a uno con los ojos abiertos y una sonrisa idiota. Jeremy con cara de circunstancias y de hito a hito miraba al científico y a Dupont. Dupont encogió los hombros dando a entender que para el también suponía una sorpresa el shock de Hawk. Ajeno a todo esto Gio franqueado por Edgar y por mí con la mirada perdida hacia ninguna parte no parecía especialmente interesado en el espectáculo. Oímos unas pisadas seguras y rápidas que se acercaban hacia nosotros y vimos el porte de Bautista que con su mirada seria avanzaba sin dilación. Cuando llego a nuestra altura saludo a Jeremy y ambos subieron al interior del vehículo para descargar el material. Gracias a plataformas inclinadas que llevaban las apoyaron en el suelo. Dupont y yo nos acercamos y las aseguramos para que no se moviesen. Cuando Dupont dio el visto bueno asintió con la cabeza y Jeremy empezó a desembalar la caja. Bautista con precaución bajo por la rampa y cuando llego al suelo se puso frente a Jeremy que ya desplazaba el sarcófago con especial cuidado para que no sufriese ningún accidente. Jeremy se acercó y entre ambos fueron portando el paquete hasta que con alivio de todos se posó en tierra firme.

- ¡Noooo! Debéis destruir esa cosa. Es un emisario de Leviathan. Es que trae el mensaje de la destrucción.
Todos miramos sorprendidos a Gio. Con los ojos desorbitados, echando espuma por la boca y fuera de si. Edgar apenas podía contener a ese hombre.

-Jeremy, Stephen llevaos esa cosa adentro. Yo y Bautista acompañamos a Georg adentro para que se calme.
Mientras Gio me miraba dentro de su locura buscando mi comprensión. Como si yo estuviese al mando y fuese capaz de dominar la situación.
Agache la cabeza mientras a duras penas conseguían llevarse al científico mientras chillaba y vociferaba por zafarse de sus captores. Mientras dejaba un surco de tierra y piedras removidas halla por donde pasaba como última señal de su disconformidad.

Edgar se acercó a mí y me abrazo. Después se soltó y me miro.
-Tranquilo estará bien. Es normal, todo esto lo ha alterado y cualquier cosa que vea le hacer recordar su calvario.
Lo miré y quise creerle, pero algo en mi interior me decía que la caja de Pandora estaba a punto de abrirse y no tenía la forma de parar todo esto.
-Ojalá tengas razón, ojalá. -lo mire apesadumbrado y me marche hacia la casa mientras arrastraba mis pies siguiendo el rastro de Gio siguiendo la estela del miedo.




Hawk se paseaba nervioso dentro del laboratorio. Las luces rebotaban sobre la superficie acristalada que mostraba el misterioso contenido que tanto emocionaba al científico. Stephen se paró y pego su cara al cristal para ver mejor al extraterrestre. Allí descansaba el ser vestido con un extraño traje plateado. Su extraña escafandra. Dentro del líquido que apenas permitía la visibilidad. Esos rasgos de un extraño ser con unas branquias en sus carrillos. Tenía los ojos cerrados y parecía que en cualquier momento iba a despertar de su letargo. Con cuidado Stephen deslizo la tapa de la caja. Apenas conseguía mantener la emoción. Se giro y se aseguró que en una de las mesas descansaba el cilindro. Pensó que quizás habría alguna forma de unir al ser con el rollo y que los misterios saldrían solos. Ya pensaba que quizás un Nobel estaba a su alcance. Tan absorto estaba en estos pensamientos que no se percató que una densa neblina grisácea se elevaba del sarcófago. Para cuando se dio cuenta era demasiado tarde. Aquel vapor se introdujo por su nariz y al instante noto que le faltaba el aire. Presa del pánico intento gritar, pero de su boca solo salían sonidos ininteligibles mientras boqueaba como un pez. Noto como su corazón se aceleraba y su visión se volvía borrosa. Avanzo unos pasos buscando ayuda, pero fue inútil. Cayo sin sentido sobre el aséptico suelo, quedando con la boca abierta. Una boca por la que una bruma densa escapaba y se acerca a la caja que dominaba la sala. Para desaparecer dentro de ella. De repente unos ojos extraños se abrieron y miraban abiertos a través de una escafandra rellena de un misterioso líquido. No sabía dónde estaba, ni que había ocurrido. Una gran paz reinaba en el lugar y ningún ruido lo perturbaba. Tras largo tiempo hibernando sabía que había llegado el momento de su misión.

Jeremy paseaba por el recinto sin motivo aparente, pero algo en su interior le daba mal fario. Preocupado se acercó al laboratorio para ver los progresos de Stephen. Entro y se extrañó al no verlo dentro. Todo aparecía en su sitio. Los frascos y material listo para su uso. Curioso se acercó al sarcófago y un sudor frio recorrió su cuerpo. Miro para un lado y para otro y descubrió con terror que el ser no estaba. Tras una silla aparecía el cuerpo del malogrado científico tirado como un muñeco roto.
-¡¡Stephen! -grito con el corazón en un puño.
Se agacho hacia él y vio que estaba inerte y con un color cerúleo. Lo incorporo y con cuidado le intento tomar el pulso. No lo hallaba. Abrió sus parpados con temor. Con suerte sería un golpe sin consecuencias. Eso pensó hasta que vio sus ojos.
- ¡Dios Santo!

Mientras nosotros ajenos a todo esto estábamos acompañando a Gio y siguiendo su delicado estado de salud. Descansando en el gran salón decorado con rústicos muebles de madera noble y gruesas alfombras. Un lugar que respetaba la intimidad y que estaba en uno de los lugares mas recónditos de la casa. A pesar de ello varios focos de suave luz daban un ambiente relajado y tranquilo. Preocupados mirábamos la evolución del científico. Sentado en el sillón de un cuero rojizo y envejecido, daba ligeras cabezadas de un lado a otro mientras negaba con los ojos semicerrados intentando buscar una paz que no hallaba. Parecía que el tiempo se había detenido. Hasta yo era incapaz de saber cuánto tiempo llevábamos allí, hasta que Bautista llego dando voces y nos sacó a todos de nuestro letargo. Rápidamente al verlo alterado y nervioso nos pusimos en alerta. Llego jadeando y sudando como quien hubiese visto una aparición

-Hawk, algo le ha pasado.
- ¿Que ha sucedido? -dijo Dupont adelantándose a los demás y parándolo intentando calmarlo.
-No lo sé. Estaba dando una vuelta y sentí que algo iba mal. Me acerque al laboratorio y el ser no estaba y...
- ¿Que quieres decir con que no estaba?
-Se ha marchado. Ha huido y Stephen estaba tirado en el suelo...
- ¿Muerto? -dije asustado
-Creo... creo que no. Estaba desvanecido, pero había algo raro en él.
Dupont miro a todos de forma grave
-Howard tú te quedaras con Gio. No quiero que le pase nada. Bautista y Jeremy al laboratorio. Edgar, tu conmigo. Quiero máxima precaución. No sabemos a que nos enfrentamos, pero ya sabemos que no es algo de este mundo.

El extraño ser errático andaba entre los oscuros y húmedos pasillos de aquel extraño lugar. Desorientado miraba intentando buscar algún indicio conocido que le situase donde estaba. Hacia muchos siglos que sus ojos habían visto la luz del día y el forzado letargo al que fue castigado no hacia mas que acrecentar la sensación de que todo esto no sería parte de su sueño. Quizás un estado de duermevela donde la realidad y los sueños se confunden. Sin embargo, sus sentidos auditivos acrecentados por el líquido que llenaba su casco le advertían de un peligro inminente. Un peligro extraño y desconocido. Lejos de su mundo, su tiempo y su época. Siguió andando. Solo quería huir, escapar de aquel confinamiento. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que sus señores lo castigasen con el sueño eterno? ¿Habría ya prescrito su castigo? Todas y mas preguntas se agolpaban en su mente. Pero ante todo el instinto de supervivencia era lo que mas primaba en estos momentos. Curioso se acercó a una de las paredes de cemento y paso sus amorfos dedos por las rugosas superficies.
No recordaba ninguna edificación que tuviese este material en su época.
Se paro, cerró los ojos y su mente vio un sitio totalmente distinto. Aunque reconocía el lugar. Hacía diez minutos que había estado allí.

Stephen abrió los ojos y observo donde estaba caído. Miro con curiosidad y extrañeza todo lo que le rodeaba. Como un muñeco medio roto se levantó de forma torpe. Mientras sus extremidades parecían manejadas por un titiritero principiante. Bamboleándose de forma excesiva logro ponerse de pie mientras arqueaba su espalda y extendía sus brazos intentando encontrar un punto de equilibrio. Finalmente consiguió permanecer erguido sin oscilarse de forma imprevista. Comenzó andar. Al principio dando grandes zancadas como si evitase en el laboratorio imaginarios charcos. Poco a poco fue reduciendo el paso hasta que consiguió un paso mas normal. Alertado por unas voces cercanas se giró y fue al encuentro de sus dueños.


Bautista y Jeremy amartillaron sus armas mientras se miraban con el rostro contraído por la duda y el temor. No era su intención acabar con aquel ser y ni siquiera sabían a que podían enfrentarse. Lo que si estaban seguros que aquella cosa no les iba a propiciar una bienvenida. La oscuridad los envolvía como queriendo guardar sus secretos para escupirlos en el peor momento.

Jeremy chasco la lengua y se pasó el dorso de la mano por la boca. Bautista lo miro.
-Démonos prisa, no quiero perder mi radionovela por esto.
Jeremy sonrió nervioso ante el comentario de su impertérrito compañero.
De forma lenta avanzaron paso a paso por el intrincando subterráneo. Agudizaron los oídos, pero tan solo la humedad y el frio hacían acto de presencia.
Jeremy puso la mano sobre el hombro de Bautista que sobresaltado respondió a su acompañante girándose y echándole una mirada furibunda.
El hombre levanto su mano y le indico con el dedo que fuesen hacia la izquierda.


Stephen oyó unos pasos suaves que apenas se distinguían con los ruidos naturales que se formaban bajo la superficie. Miro a izquierda y derecha y se percató que ninguna forma humana le veía. Empezó andar hacia atrás hasta que la negrura lo absorbió. Allí pegado a la fría pared escondido en un recodo espero hasta que el peligro pasase de largo o lo encontrase.

Dos sombras empezaron a oírse retumbar por las paredes con pasos lentos y furtivos.

Jeremy empezó a hurgar debajo de su espalda como si se rascase. Para sorpresa de Bautista que miraba con sorpresa lo que le mostraba su compañero. Ante él un revolver plateado. Jeremy con fuerza agarraba el arma y en sus ojos mostraba determinación en usarla. Sin ninguna duda pensaba utilizarla si se veía su seguridad comprometida.

- ¿Pero que es eso? ¿En serio vas a utilizar contra Stephen?
Bautista vio en los ojos de Jeremy una determinación fría. A pesar de todo el compañerismo y amistad que unía al grupo sabía que, ante todo primaba el instinto de supervivencia. Cualquier amenaza que hubiera fuera de una naturaleza u otra seria borrada si ponía en serio peligro su existencia o la del equipo.

-El Modelo 1892 es un revólver de doble acción con armazón macizo, cuyo tambor pivota hacia la derecha para exponer sus recámaras. Es un recuerdo de un compañero durante una misión en Francia.
- ¿Y su dueño?
Jeremy alzo la cabeza y una mirada triste y lánguida contesto a Bautista.
-Ya no lo necesita.
Una patada vino de la nada y golpeo la mano de Jeremy haciendo que el arma saliese volando hacia la oscuridad. Solo un golpe sordo aseguro que lo que había sucedido era real. Ante los sorprendidos hombres apareció una amenaza con forma de Stephen, pero lo que les aterro vio su mirada concentrada en unos ojos amarillos. La "fóvea" de su ojo (parte de la retina que ayuda a tener una visión más nítida y detallada), formaba una raya horizontal en lugar de la mancha circular de costumbre. Le recordaba a un cocodrilo milenario.

Bautista asestó un puñetazo lateral que fue interceptado por el otro, y luego este lanzó una patada de contraataque que solo encontró el aire. Uno se abalanzó velozmente sobre el otro en un torbellino de piernas y brazos. Ocurrió con tanta rapidez que Jeremy no vio gran cosa, pero Stephen empezó a gruñir. Jeremy sangraba por la nariz. Bautista agarró del cuello a su contrincante y, con un movimiento rapidísimo, le agachó la cabeza mientras lanzaba su rodilla derecha hacia arriba como una catapulta. El contrincante cayó hacia atrás, pero consiguió agarrarse con los brazos a Jeremy y quedó colgando justo delante de Bautista. La sangre chorreaba a Jeremy como si en alguna parte se hubiera roto una tubería. Bautista vio cómo la piel alrededor del ojo de Jeremy se hinchaba y se llenaba de sangre. Era como ver inflarse una colchoneta de aire. Jeremy cayó al suelo y se arrastraba mientras Bautista mira la escena como si fuera un espectador ajeno. Recibió un golpe por debajo de los riñones que le dejó sin aire, y al siguiente instante sintió que algo se tensaba alrededor de su cuello. Eran las manos de Stephen. Mientras se ahogaba pensaba que un enclenque como era posible que un enclenque como aquel tuviese las manos tan fuertes. Bautista desesperado lanzó el codo hacia atrás, notó que impactó contra algo y oyó un gemido. La lengua, entumecida, se veía empujada fuera de la boca, como si alguien le estuviera besando desde dentro. Todo empezaba a volverse negro a su alrededor.
El cerebro bullía. Ya no tenía fuerzas, intentaba tomar la decisión de dejarse morir, pero su cuerpo no le obedecía. Lanzó un brazo al aire instintivamente, pero esta vez no había ninguna red de piscina que le pudiera salvar. Fue una simple oración, como si estuviera implorando por alcanzar la vida eterna.

Las manos se destensaron alrededor de su cuello y el oxígeno acudió velozmente a sus pulmones. ¡Más, necesitaba más! Era como si no hubiera suficiente aire y sentía que los pulmones le iban a estallar dentro del pecho.

Un rostro sonriente, ensangrentado y amoratado lo miraba con alegría. Mientras baja el arma que había golpeado en la cabeza a Stephen y lo había dejado inconsciente.
-Pensaba que serias capaz de dispararle.
Jeremy lo miro con cara de bromista.
-Con las prisas me olvide las balas.


Dupont y Poe fueron caminando a través de varias secciones. Lugares que Edgar jamás había visitado.
- ¿Adónde vamos? -pregunto perdido por el laberintico paseo.
-Alla donde vamos es uno de los mas secretos. Lo siento, hemos dado un rodeo para que no sepas su ubicación exacta por si te amenazasen y quisieran descubrir el lugar.
- ¿Que lugar?
-Lo llamamos "La alcantarilla" y por su nombre te puedes imaginar que puede ver y quien quiere ir. No todos tienen autorización para visitarlo porque es donde guardamos armas que son las únicas que pueden ayudarnos entre otras cosas.
- ¿Tenemos armas para luchar contra seres del espacio? ¿Disponemos de esa tecnología?
-Nosotros no. Pero se la arrebatamos.
- ¿Quieres decir que...?
-Si, en Arcadia ya nos hemos visto con cosas así.
Tras varias vueltas y revueltas llegaran a una explanada donde nacían varias puertas sustentadas por distintos arcos.
-Espero que no tengamos que elegir.
-Nosotros no.
Dupont se agacho en medio de la plaza adoquinada y saco un ladrillo dejando al descubierto un botón.
-Y ahora por tu bien cierra los ojos. Gira cinco veces sobre ti mismo. Y no los abras hasta que te lo diga.
Edgar después de hacer lo que Dupont le ordeno oyó el mecanismo de una puerta abrirse. Sintió una mano sobre su hombro que lo empujaba mientras el eco de sus pasos en el suelo se iba mitigando. Un aire frio empezó a envolverle.
-Ya puedes abrirlos.
Ante Edgar nacía una escalera acompañada en los laterales por varias luces evitando así cualquier accidente.
Dupin apretó un interruptor oculto tras una falsa balda y varias luces se encendieron aumentando la luminosidad del lugar. Las piedras frías reverberan los pasos de los dos hombres haciendo eco en las húmedas paredes. Finalmente, cuando llegaron al piso inferior varias puertas metálicas les esperaban y todas ellas tenían en el centro una rueda numerada similar a las de las cajas fuertes. Fueron pasando una tras otra en un largo pasillo de puertas numeradas hasta que al final en un recoveco semioculta con el numero 13 aguardaba una de tantas.
Dupin con destreza empezó a mover la rueda de un lado a otro mientras el característico sonido de las ruedas dentadas al abrirse fue sonando de forma consecutiva.

Un clic afirmo que el paso está abierto y que podían acceder al interior del habitáculo. Con un chirrido que pedía a gritos una buena dosis de lubricante dejo a un lado la puerta y dejo al descubierto una buena selección de extraños armamentos que Edgar nunca llego a imaginar.
En las paredes y de forma ordenada esperaban diversos artilugios de metales brillantes y redondos como otros alargados y de apagados colores. Aun así, todos tenía el terrible aire de ser letales artefactos listos para ser usados.
Dupont de forma concienzuda fue pasando de uno a otro estudiando su poder y características y sopesando si realmente era el adecuado para repeler la amenaza que tenían en ciernes.
Edgar hizo ademan de coger uno de esos enigmáticos trastos cuando la mirada amenazadora y la seria negación de su acompañante hizo que todo acabase en una ademan.

-Ni siquiera yo conozco todo el poder que se encierra aquí dentro. Y menos si lo que vaya a usar es lo mas adecuado. Pero debemos intentarlo.

Egdar asintió sumiso mientras se giraba y se dirigía hacia la puerta con Dupont que colgaba al hombro una especia de bazooka alargada con extraños símbolos.
-No perdamos tiempo. Estamos todos en peligro y cuando acabemos con ese monstruo mejor.


Bautista alterado y con paso nervioso fue recorriendo cada estancia y cada rincón del emplazamiento. Sudaba mientras pensaba que hacer si se encontraba con aquella maldita cosa. Sin armas y sin apoyo era un blanco fácil. Pero aun así sentía que era su deber luchar por Arcadia y por los suyos. Aparte del miedo, el ruido le confundía y le hacía sentir como si a cada vuelta el peligro se fuera aparecer de forma inminente. Y resoplaba de alivio cada vez que su intuición fallaba. Pero sabía que esto no era eterno y como decía aquel dicho ten cuidado con lo que deseas. Deseando que no llegase el peligroso encuentro deambulo por una recta que ascendía hacia una esquina que no permitía adivinar lo que ocultaba. Acelero el paso y cuando doblo el recoveco vio a unos metros una figura de espaldas. Sus ojos se abrieron de tal forma que sus pupilas se dilataron lo indecible. Aquello con una especia de mono plateado y un casco se asemejaba a aquellos locos de la velocidad que corrían en los circuitos de Indianápolis.
Como si de repente sufriese una parálisis en las piernas y le hubiesen caído sesenta años empezó a arrastrar los pies lentamente hacia la criatura. Tal era su miedo que iba rezando y orando cuanto mas cerca veía al ser. No sabía cómo iba a pararlo. Ojalá tuviese un plan para detener la amenaza, pero solo le quedaba improvisar. A medida que se aproximaba iba pensando y desechando planes de ataque. Su cerebro era una maquina al límite calculando posibilidades y probabilidades de éxito. A veces mira por encima deseando que Edgar apareciese cual caballero salvando la situación en el último momento. Pero por desgracia ni estaba, ni se le esperaba. Tendría que acometer el trance en solitario esperando una victoria para la humanidad.

Jeremy acelero los pocos metros que faltaban para llegar a las húmedas y oscuras celdas. Cuando se le erizaron los pelos de todo su cuerpo.

-Ph'nglui mglw'nafh Kitsune R'lyeh wgah'nagl fhtagn


Una voz profunda y oscuro se instaló en el fondo de su cerebro. Stephen que permanecía colgado sobre su hombro como si fuera un saco empezó a serpentear mientras giraba su cabeza de una forma antinatural. Sus miradas se cruzaron y unos ojos parecidos a los de un saurio ya extinguido lo miraba desde otra vida, otro universo. No le dio tiempo a reaccionar cuando un fuerte golpe llego sin avisar a su estómago. Jeremy se dobló momento que aprovechó su atacante para deslizarse hacia atrás y ponerse de pie. El agredido seguía caído mientras tomaba aire e intentaba que su cuerpo reaccionase ante el impacto que había recibido. Stephen andaba a su alrededor como esperando dar el toque de gracia a la vez que profería unas palabras en un lengua extraño y arcaico.

-Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn.

Sthepen alzo la cabeza llena de ira mientras miraba al extraño hombre, el cual había deportado hacia unas horas conversaciones y bromas. Pero por desgracia no fue por mucho rato una patada en la cara lo volvió a tirar al suelo. Noto un fuerte dolor en la nariz y vio como el suelo se llenaba de un goteo incesante de sangre. Sangre que también le llenaba su boca. Su labio estaba partido.
Mientras Stephen seguía azuzándole con nuevos golpes. Una patada en el costado le corto momentáneamente la respiración mientras su oído se llenaba de pitidos y raras letanías.
Jeremy en un último intento desesperado agarro los pies de su némesis y tiro fuertemente de ellos haciendo que perdiera el equilibrio y se golpeara con los barrotes de la entrada de la zona de control de las celdas. Stephen se giró y su rostro se deformo de tal manera que al congestionarse mostro la cara de una bestia lleno de ira y sed de sangre mientras rugía canticos ininteligibles.

Bautista alcanzo al invasor por la espalda e intento hacerse con él. Pero ni podía levantarlo ni moverlo era como si se hubiera clavado al suelo. Lo volvió a intentar con todas sus fuerzas sentía que sus manos se ponían blancas y las venas de su frente iban a estallar entre el esfuerzo y los gritos que daba.

Un fogonazo recorrió su cuerpo y su cuerpo se vio lanzado por una onda invisible hasta que choco brutalmente contra la pared. Bautista como una marioneta sin hilos estaba desmayado en el suelo respirando al límite. Sentía sus latidos sin control y su cabeza a punto de estallar como si le clavasen cientos de agujas a la vez. Con la mirada vidriosa vio cómo su enemigo sacaba una especie de pequeño tubo plateado de su espalda. Bautista se preguntaba de donde había sacado ese artefacto. Vio como una mirada acuosa le lanzaba un mensaje explícito de odio mientras el en un acto desesperado ponía las manos delante como si pudiese crear un barrero invisible.

-Vamos, vamos. No te pongas así, estábamos jugando.
Una luz blanca y muy luminosa salió del arma y fue a impactar por encima de Bautista. Este empezó a emitir una risa nerviosa a la vez que señalaba al tirador.
-Creo que tienes el punto de mira algo desenfocado. A ver si necesitas gafas, ser espacial.

El aludido se giró e ignoro al hombre como si fuese algo ya acabado y terminado. A Bautista le pareció oír por encima suyo como si la pared empezase a resquebrajarse, pero en el suelo no sentía ningún movimiento sísmico. Además, sabía que allí el terremoto era tan frecuente como los marcianos. Pensó que esta analogía no era muy acertada y movió la mano de forma instintiva como si estuviese borrando algo en el aire. Giro su cabeza y vio como poco a poco un agujero se iba abriendo en la pared y sonidos guturales empezaban a oírse en el otro extremo. Sonidos que jamás había escuchado y que sonaban como si una gran bestia quisiera entrar.
Continuara...

Capitulo 14 "Hogar, dulce, hogar"



          

El viaje transcurrió sin incidentes. La temida tormenta no apareció y conseguimos llegar al embarcadero sin problemas. Allí nos esperaban dos agentes. Hombres recios, gastados por los vientos. Los vimos acercarse a la embarcación con sus movimientos lentos y andares pesados. Como si asegurasen cada paso antes de dar el siguiente. Sabían que no estaban en su elemento, pero parecía no importarles casi se podía decir que les agradaba el cambio de aires. Mientras el barco se bamboleaba de forma rítmica a la espera de los nuevos pasajeros. Edgar y el mayor miraban tensos a la espera de cualquier sorpresa.


-Hola, somos del servicio de reparto. Venimos a por el paquete.

- ¿Que paquete? -dijo Edgar mirándolos de forma inquisitiva. -Mayor, estos tipos son traficantes.

-Egdar...

- ¿Con que trafican, señores? Señores por decirles algo. Gente de dudosa reputación.

-Edgar....-volvió a repetir el mayor.

- ¿Drogas? -dijo Edgar acusándolos con el dedo. - ¿Armas?

-Edgar...

- ¿Mujeres? -dijo echándose las manos a la cabeza. -Es horrible. Es lo mas sucio y vil que oído nunca. Vergüenza debería darles.

-Edgar, el paquete somos nosotros. -dijo Dupont fuera de si.

Edgar contrariado miro a los hombres y luego al mayor enfadado.

-Ya lo sabía solo estaba... ya sabe poniéndolos a prueba. Sera mejor que suelte amarras y recoja un poco por abajo. -dijo excusándose.


Una vez se hubo marchado. Los tres hombres se quedaron solos.

-Soy el mayor Dupin. -dijo estrechando la mano. - ¿Y ustedes?

-Perdone nuestra rudeza, mayor. Cuanto menos sepa de nosotros mejor. Nos puede llamar Repartidor 1 y 2.

El otro tipo asintió con la cabeza y se marchó al interior del barco donde se hallaba el resto del pasaje.

-Es un poco duro, ¿No cree?

-Cierto, pero allí donde vamos es un lugar confidencial y solo lo extraordinario de la situación le permite a usted y sus compañeros a que les llevemos. Por cierto, no se preocupe por su coche. Ya se han hecho cargo de él. Una grúa lo llevara a su destino limpio y encerado. El mejor servicio de mantenimiento de vehículos que encontrara en todo el país.

-Me deja usted anonadado.

-Pensamos en todo, mayor. Y ahora si me permite. -dijo el repartidor mientras tomaba los mandos del barco.

-Esta isla tiene una gran importancia estratégica y también guarda muchos secretos. Hace años el presidente Rossvert creo una base de vigilancia a pocos kilómetros de este embarcadero para acciones rápidas por si se desataba alguna tragedia. Es consciente que allí van a parar algunos ciudadanos incómodos para la nación. Casi nadie conoce la existencia de nuestro nido y queremos que siga así. Es uno de nuestros mayores secretos y costo mucho mantenerlo lejos del público durante su construcción.


El embarcadero era ya un punto diminuto en el horizonte y poco a poco se iba espesando la vegetación a medida que se acercaban a la otra orilla. La quilla del barco iba expulsando espuma y agua por los laterales. Poco a poco un enorme monolito de piedra se iba agrandando a medida que la barca ganaba en velocidad. Hubo un momento que parecía que íbamos a chocar contra aquella masa pedregosa pero una fuerte sacudida nos llevó todos hacia delante y la velocidad ceso. Estábamos trabados. Todos fuimos presa de los nervios excepto nuestros repartidores. Asustados empezamos a asomarnos para ver si algunas plantas se habían quedado enredadas en la hélice. Asombrados vimos que una especie de gran cesta nos tenía atascados y que por extraño que parezca la nave empezaba a bajar.

-Tranquilos, tranquilos. -dijo el piloto extendiendo las manos en señal de tranquilidad.

- ¿Que es esto? ¿Que está pasando? -dijo el mayor.

- ¿Veis esa mole de piedra escondida tras este denso follaje?

Todos asentimos.

-Bien es una fachada. Es una base de control. Hicimos correr la noticia que esto era la Piedra del Diablo y que habían desaparecido varias personas de forma misteriosa. Ya sabéis como funcionan estas cosas. Luego la gente se encargó de adornar la historia con sus propias historias y teorías. Ahora estamos descendiendo porque esto es una pequeña presa para evitar curiosos si algún indeseable viene y se queda trabado lo elevamos para que se marche.

Poco a poco la nave fue bajando hasta ponerse al nivel de la entrada de la gruta. Cuando llego al mismo nivel lentamente la nave se dirigió a una pared lateral de la montaña. Lisa y sin ningún tipo de sitio para agarrarse.

Un lugar sin salida. Aparentemente. El nivel del agua empezó a bajar de nuevo y con ella la barca. Mientras vamos descendiendo un paso similar a la entrada de una enorme caverna se va viendo.

-Bueno no me negareis que es una maravilla. Costo mucho crear un sistema tan discreto para nuestros intereses.

Tras unos instantes pudimos acceder con la barca al interior de la base.

-Por desgracia todo lo que hay aquí es alto secreto. Me encantaría mostrarlo, pero por desgracia es imposible. Esto no existe y nadie de ustedes ha estado aquí. Nosotros desembarcaremos e iremos directos al coche que nos tienen preparado para llevarlos a todos a su destino.

Y así fue. Nuestros dos escoltas nos acompañaron hasta un enorme garaje donde nos esperaba un discreto coche negro sin ninguna identificación. El viaje transcurrió aburrido y monótono. Nadie hablo y cualquier intento de llevar una conversación con nuestros acompañantes fue nulo y en monosílabos.

Nos dejaron a las puertas de la base dejando tras de si una nube polvo y misterio. Una bola del desierto paso rodando la carretera tras su coche que desapareció a la misma velocidad que el arbusto rodante. Cabizbajos y cansados andamos hasta la entrada. Nos miramos unos a otros. El sonido de un claxon nos puso alerta. Un camión de helado nos apercibía para que nos apartásemos para entrar en la propiedad.
-Creo que tenemos un reparto especial. -dijo el mayor con énfasis misterioso.
- ¿Helados? Bueno eso está bien para variar y no los postres del cocinero.
-comento Edgar.
El camión paso delante de nosotros a la vez que nos apartábamos con rapidez.
Después de parar el vehículo un hombre con un traje de algodón blanco y sonrisa gatuna se fue acercando. Por su peso sudaba copiosamente y dejaba marcas húmedas en diversas partes del uniforme.
-Mayor, ¿cómo va? Os traigo unos repuestos muy interesantes.
-Jeremy, como siempre nos traes alguna sorpresa agradable.
-Bien pasar conmigo para que veáis que regalos tengo para vosotros.
-¡¡Jeremy!! ¿No tienes nada para mí?
Un renqueante Stephen venia a toda velocidad. Al verlo no pudimos mas que echarnos a correr y abrazarlo. Aun tenía alguna moraduras de nuestro incidente, pero estaba bastante mejorado.
Tras saludarnos fuimos todos a la parte de atrás del camión. Jeremy como maestro de ceremonias hizo una pausa antes de abrir para añadir mas misterio.

Entonces se abrieron las puertas del camión y un vapor helado nos alcanzó a todos. Ojos expectantes se clavaron a pesar del frio. Durante un instante no pudimos ver nada. Una vez disipada la niebla un arcón metálico anclado a las paredes empezó a mostrarse.
- ¡Señores! Misterios a la carta llaman a su puerta.
- ¿Que contiene?
Jeremy se encogió de hombros.
-No lo sé. Yo solo llevo los paquetes. El mensajero no puede ni saber ni abrir el contenido. Solo sé que cuando llego la expectación sube al máximo.
-Stephen sube y olfatea el interior.
Con ayuda de Jeremy y Dupont a duras penas subió a la plataforma. Aunque estuvo a punto de resbalar un par de veces. La emoción era superior al miedo a caerse.
De forma reverencial se acercó al paquete. Empezó a limpiar la parte superior donde existía una ventanita acristalada. El científico puso las dos manos para ver el interior. Espero unos segundos levanto la cabeza y nos miró como un niño en Navidad.
- ¡Dios mío! Esto es increíble. No puede ser.
Continuara...

Capitulo 13 "La vuelta"

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Sam nos abrió la portezuela y se despidió agitando la mano para no demorar nuestra partida. En su rostro se veía preocupación y no solo por el estado del tiempo.


-Sera mejor que se den prisa. -dijo Sam.-Si les pilla una tormenta puede que no lleguen a la orilla.


En el exterior el viento soplaba con fuerza. Aunque no había empezado a llover, el olor a humedad impregnaba el ambiente. Dupont y yo llevábamos con cuidado al científico. George lentamente iba andando. Se notaba el tiempo recluido había mermado sus fuerzas y sus piernas. Vestía un traje oscuro arrugado y un roído sombrero. Le pusimos para que no pasase frio una manta por encima para evitar que enfermase.


A medida que nos acercábamos a la barca notábamos como la electricidad se iba cargando a nuestro alrededor. Decidimos acelerar el paso. Poco a poco la nave se iba haciendo mas grande, era señal de que nos aproximábamos a ella. En cubierta los dos agentes esperaban ansiosos nuestra llegada.


Uno de ellos señalo el cielo mientras nos hablaba.


-Amigos, será mejor que se den prisa. Se va desatar un infierno allá arriba y nos va a dar de lleno. -después de decir esto escupió al agua.




-Vaya, vaya si tenemos a nuestros grumetes con un polizonte. -dijo Mooney de forma irónica mientras nos ayudaba a subir a bordo.


Dupont lo hizo callar con una mirada amenazadora. El tipo bajo la cabeza y siguió con su tarea hasta que todos estuvimos a bordo.


Dupont saco un reloj de su bolsillo y frunció el entrecejo pensativo.

-Creo que ya estamos todos. Sera mejor que esos motores echen humo. Como decías esto se va poner muy feo.

-Tranquilo jefe. -dijo el bajito. -Burdick sabe lo que se hace. Verdad, ¿amigo?

El aludido le guiño el ojo de manera complice.

-Ya nos ponemos en marcha, capitán. Suelten amarras, izar velas y a toda maquina.-mientras decía esto teatralmente soltó un pitido como si fuese un silbato imaginario y después reafirmo su gesto tocando la sirena.

Dupont sabia por experiencia que algo se estaba tramando y desconocía el que. Sentía que venia la tormenta pero no sabia si temía la de arriba o la que podía desencadenarse en el propio barco.


Como se preveia el tiempo fue empeorando y pequeñas gotas empezaron a caer. Durante parte del trayecto confiamos en la suerte y parecía que íbamos a llegar a tierra indemnes. Pero todo cambio de repente porque empezamos a sufrir sacudidas grotescas como aquella barca quisiera hacer el resto del viaje bajo el agua.

-Ese nubarrón negro se nos ha presentado a hurtadillas cogiéndonos por la espalda. ¡Maldita calamidad! -y mientras decía esto señalo al cielo.

Nosotros inconscientemente miramos al cielo momento que aprovecho el piloto para ponerse al lado de su compinche y sacar unas pistolas escondidas en sus espaldas. Estábamos a su merced.


- ¿Tu que crees, Burdick? Puede que nos den un buen dinero por el loco. Si han hecho todo este viaje será Don Importante..-mientras decía esto se acariciaba la cara como intentando poner un precio a la mercancía.

-Pienso que llevamos mucho peso, Mooney. Habrá que aligerar el barco.

Con un movimiento de sus armas nos conminó a que se acercarse el doctor adonde estaban ellos y que nosotros nos juntásemos y permaneciésemos lejos de ellos.


Dupont estuvo a punto de sacar su pistola, pero una voz sonó detrás de él. Justamente donde estaba el pequeño cuarto apareció un tercer hombre con una escopeta recortada un gorro de lana y una cara curtida en mil peleas.

-Amigo, yo no haría eso. Y ahora tenga la amabilidad de tirar su arma hacia mis compadres.

- ¿Que creen que pueden sacar con esto?

-No sé, polizonte. Pero con sacar unos billetes me conformo. Soy un hombre conformado.


Edgar y yo nos miramos aterrorizados. Desarmados y a merced de tres malhechores de poca monta.

-Vaya, pensaba que eran Chacales.

-Ja, ja, ja…-rio el desconocido. -Chacal no sé, pero ese es un poco zorro y el otro muy perro.

Dupont aprovecho el momento para soltar un codazo en el estómago de su oponente que le hizo soltar el aire y perder la compostura. Luego se echó hacia atrás con todas sus fuerzas y girar la cabeza hacia atrás para golpearle en la nariz y apoderarse del arma. El ruido al romperse el hueso fue estremecedor.

-No se mueva o matare a su amigo. -dijo Mooney apuntando al doctor.

-Hágalo si puede.

Entonces el doctor se quitó la manta que lo cubría y el sombrero. Era Diego uno de los guardas disfrazado de George.

-Es la hora del baile. Si no acabamos con esto no tendremos mucho tiempo para recoger a su amigo. -mientras decía esto golpeo a Mooney que se vio sorprendido por la agilidad de su contrincante.



Burdick decidió ayudarle e intento sorprender a Diego, pero Edgar y yo nos interpusimos. Nos abalanzamos sobre las cómo dos fieras. Pero por desgracia ya estaba repuesto de la sorpresa y contraataco.


El tipo de la nariz rota se echó de nuevo sobre Dupont y se colgó sobre él intentando ahogarlo. El mayor sentía como el aire se le escapa y empezaba verlo todo negro. Volvió a echarse hacia atrás para que su rival se golpease. Finalmente lo consiguió y se zafo. Vio como caía al suelo. Iba a soltarle una patada, pero este fue más rápido lo cogió del pie y lo hizo caer. Diego mientras iba acorralando a su rival a base de derechazos. Mooney desconocía que aquel hombre fue campeón de pesos medios en su unidad y aunque estaba algo oxidado por los años fue recuperando sus golpes. Mooney era un muñeco en sus manos. Finalmente cayó, Diego se creía que la partida era suya. En la desesperación Mooney alcanzo a coger un arma que estaba en el suelo y se la tiro a la cara impactando con toda su fuerza. La sangre caía a borbotones de su rostro manchando toda su ropa. El dolor le hizo volverse loco y empezó a dar patadas a Mooney una y otra vez. Mooney se revolvió haciendo tropezar a Diego que trastabillo y cayó fuera de la barca. Por suerte en el último momento pudo agarrarse al borde para no caer. Mooney medio cojeando consiguió levantarse, recogió el arma del suelo y se acercó a Diego. Lentamente, paladeando el momento se acercó al guardia y apunto a su mano.

-Suéltate o disparo. -dijo mascando las palabras mientras lo miraba con los ojos hinchados por los golpes y el rostro ensangrentado.

-Nooo, no.…-dijo el hombre con el terror en su rostro.

-Hasta siempre, peleón. -dijo Mooney con una sonrisa siniestra mientras la sangre y la saliva se le escapaban por la boca.


Burdick se defendía como gato panza arriba. Edgar y yo atacábamos a base de puñetazos y combinando nuestras fuerzas. Pero sin lugar a dudas era un rival duro de pelar que no se amilanaba. Se notaba su experiencia en estas peleas y casi diría que se encontraba a gusto en la situación.

-Vamos, hombre. Porque me dejáis a mí a estos niñatos. -decía para enfadarnos.

Sin duda sabía que cuando mas nos enfadásemos mas bajaríamos la guardia. Una cosa era pegarse con los chicos del colegio y otra con un experto sicario que utilizaba todos los trucos sucios para acabar con nosotros.

Tan ocupados estábamos que nadie pensaba que el barco iba a la deriva y sin gobierno. Cada momento que pasaba hacia mas difícil volver para buscar a George.


Entonces vi a Mooney que iba a disparar a Diego y sin pensarlo fue gritando hacia el tipo. Sorprendido se giró y recibí un golpe en toda la cara del arma que tenía en su mano. El problema de la velocidad es que si algo te alcanza hace cambiar el rumbo. Eso fue mi perdición.  El impacto me hizo girar sobre mí mismo y caí hacia atrás fuera del barco. Aleteando con los brazos para mantener el equilibrio como un pájaro perdido intentando evitar lo imposible.

- ¡Uuuoooo! -apenas pude decir.

Por suerte en el último momento pude aferrarme al lateral.

-Vaya, vaya. Esta si que es buena dos polizontes a punto de ir por la borda. -decía mientras miraba de un lado a otro y no saber por quién decidirse.


De pronto los demás pararon mirando absortos el devenir de este tenso momento.


Dupont permanecía en el suelo boca arriba viendo como rival se echaba sobre el para rematar la faena. Presionando con todas sus fuerzas con su brazo para ahogarle. Dupont sacando fuerzas de flaqueza cogió y empezó a presionar los ojos del desgraciado que no paraba de gritar. Paro y soltó otro tremendo cabezazo en la rota nariz del hombre que cayó inconsciente. Lo dejo allí y rápidamente se levantó.

Dupont y Edgar cruzaron una mirada cómplice. Naturalmente yo no sabía nada de esto porque permanecía chapoteando al borde de la muerte.


-Bueno, yo no soy tan niñato.-dijo el mayor mientras muy seguro se acercaba a Burdick.

Burdick abrió la boca para replicar pero solo recibió un certero puñetazo que lo dejo fuera de juego.

-¡Siii!!.-dijo eufórico mientras se miraba los puños y los besaba.-¿Que te parece el martillo de la justicia cayendo con todo su peso sobre ti?

Mooney miro hacia todos los lados sin comprender que había ido mal.

Edgar lleno de furia empezó a golpearle. Toda la rabia y el miedo del momento se convirtieron en una paliza hacia el bandido que se vio acorralado y cayó al agua. Por suerte justamente donde yo estaba, le tendí la mano para que no se ahogase y con la otra se apoyó en la barca para no caer. El agua no hacia mas que salpicarme encima y meneaba la cabeza para intentar sacudírmela de la cara. Apenas lograba ver lo que tenía delante. Mooney me miro muy serio con su sonrisa falsa y ruin me dijo:

- ¿Cuánto sabes del miedo?.


Y con la mano libre me cogió del pecho y empezó a zarandearme con la intención de hacerme caer. Mi mano resbalo y me sentí libre, flotando en el aire ya solo quedaba que Mooney me soltase. Pensaba que era el fin. Un enorme manotazo cayó sobre su cabeza y me elevaron. Diego y Dupont me estaban cogiendo mientras Edgar sostenía al desgraciado Mooney. Me sentía como una trucha recién pescada. Todo empapado y mojado. Tiritando de frio. Una vez repuestos del susto nos pusimos en marcha de nuevo.
- ¿Por que habéis tardado tanto? Empezaba a tener hambre.
Me ignoraron completamente mientras me dejaban en el suelo.
-Muchachos es hora de tomar el timón. Por increíble que parezca el tiempo nos estaba dando una tregua y teníamos que aprovecharlo. Edgar y yo nos abrazamos y lloramos emocionados de haber salido tan bien parados. La suerte estaba de nuestra parte, ¿pero hasta cuándo?


Diego fue el nuevo piloto y estuvo a punto de quemar el motor llevándolo al límite, aunque se notaba era un experto. Dupont no le quito ojo de encima y aprovecho para aprender unas nociones básicas de navegación. Sabiendo como estaban las cosas el mayor solo quería a los imprescindibles a bordo para evitar mas sorpresas. Con los tres presos en cubierta reanudamos el viaje. Me acerque a Mooney. Tan distinto de cómo lo habíamos conocido. Hundido, con el rostro marcado y lleno de moratones. Los ojos apenas abiertos por la hinchazón. Lo miré decidido y le dije:

- ¿Cuánto sabes del miedo? Porque allí donde vas aprenderás mucho de el. Lo sé, porque lo he visto. Que Dios se apiade de tu alma.


Me aleje mientras su mirada temerosa y perdida me acompañaba.

Me acerque al mayor y le pregunte mientras miraba a esos hombres rendidos.
- ¿Que será de ellos?
Dupont me miro de forma comprensiva mientras se acariciaba la cabeza.
-Solo les quedas escribir sus necrológicas a esos sinvergüenzas. Serán consumidos al lugar donde van. Es su final y lo saben.
-En cierta forma me da pena. Se merecen un castigo y eso, pero...
-Ellos vivieron según sus normas y no respetaron las reglas. Todo lo que les suceda será fruto de sus actos. Tuvieron una oportunidad de elegir y escogieron el camino equivocado. Si nosotros hiciésemos lo mismo estaríamos en su lugar.
Después de esto me miro y me dio a entender que a pesar de mis opiniones y no estar de acuerdo las respetaba.
- ¿Sabes? No es la primera vez que navego. -dijo cambiando de tema para quitar tensión a nuestra charla.
-Pensaba que era su primera vez.
-Solo si. Mi abuelo tenía una pequeña barca y me llevaba muchas veces a mar abierto sin que se enterasen mis padres. Aun me parece verlo con gastada gorra azul y su descosida ancla. Su pelo blanco saliendo a mechones por debajo y su sonrisa franca.
-Por su tono parece que no acabo bien.
-Un día salió a pescar y desapareció. Así, sin mas. Poco después encontraron su barca. Estaba vacía y todo en perfecto orden. Incluso su taza de café estaba sin terminar. Parecía que se hubiese esfumado. Lo buscaron durante mucho tiempo, pero... nada. Ni un triste rastro. Como si se lo hubiese tragado el mar. Después de esto jure que no volvería a pilotar un barco.
Después de esto se giró mirando al horizonte atentamente mientras pilotaba la nave. Era su forma de dar por terminada la conversación.


Sabíamos que no existía otra opción. Nuestra mascarada a duras penas funciono y teníamos a tres delincuentes a buen recaudo que acabarían en alguna celda de la isla por cortesía de Sam. Para que no hubiese mas complicaciones Sam envió un mensaje a nuestra llegada a sus superiores y nos proporcionaron una escolta que nos estaría esperando en tierra firme. Por si hubiese problemas también nos proporcionaron una pistola Very con bengalas. Así no quedábamos tan expuestos si los problemas acudían. Basta decir que los tres malhechores eran culpables de haber asesinado a dos guardas y hacerse pasar por ellos para robarnos y matarnos. Nuestro temor que fuesen sicarios de la secta fue infundado, pero aun así eran una amenaza para nuestra misión. Poco después supimos que eran culpables de varios cargos de robos y asesinatos alrededor de la isla haciendo todavía mas grande y siniestra la leyenda del lugar. Allí los dejamos para siempre. El verdadero George volvió con nosotros y se le emplazo en un lugar cómodo en la barca. Decidí dejarle tranquilo degustar sus primeros momentos en libertad y que se acostumbrase a su nuevo estado. Lo llevamos al interior del barco en un desgastado sillón. Iba a marcharme, pero no quiso, me miro aliviado y su mano temblorosa se apoyó en mi hombro para que me quedase con él. Cerré mi mano y choque con la suya. Era un saludo secreto que me enseño de niño. Un código de complicidad para hacerme entender que estaba volviendo a ser el de siempre.

-Ha pasado tanto tiempo. Es hora de que me pongas al día.
Continuara...

                     

domingo, 28 de febrero de 2016

Capitulo 2.12 "Bienvenidos a Jharkam"

Bajamos de la barcaza con muchas ganas de alejarnos de esos dos indeseables que nos habían traído. A pesar de todo podíamos sentir su mirada controladora sobre nosotros como si nos quisieran tener controlados a cada momento. Nada mas pisar tierra firme unos nubarrones empezaron a formarse y al instante una lluvia fina pero persistente empezó a calarnos. Aceleramos el paso hasta que nos encontramos delante del manicomio.

Era una empalizada solida. Los postes que la sostenian eran gruesos y afirmados en bases de cemento. Esto solo lo podría derribar un ejercito de tanques. Estaba conectada a un generador aunque no deseaba saber a que voltaje estaría la valla que protegía el perímetro.


Sam Fawkes era uno de los guardias de la garita. Salio al encuentro, mientras su compañero no nos quitaba ojo. Su rostro se debatía entre la curiosidad y la cautela. Sabían que nadie se dejaba caer por este lugar a menos que fuese un asunto de gran relevancia. Después de los pertinentes saludos todos cruzamos la puerta mientras el sonido de una bocina anunciaba la apertura y cierra de la valla. Sam tranquilizo al otro guarda con un gesto y se ofreció a ser nuestro guia.

-Supongo que son los que vienen a llevarse al pacientede la  211.

-Georg Danfhord.

-Si, aunque lamentablemente se lleven su cuerpo.-hizo una pausa para tomar aire con gravedad.- Su mente esta muy lejos de aquí. Anclada en un lugar que ha creado su cabeza para bloquear algún tipo de trauma.


Entraron en el recinto, un lugar aséptico y triste de colores apagados y muebles viejos. Sam saludo a varios médicos que nos miraban con interés. A veces algunos internos dóciles se paseaban sin rumbo y con la mirada perdida. Gritos y chillidos eran una cacofonía habitual y estremecedora para nosotros mientras que para los residentes era algo normal de este lugar como las celdas o los encerrados.

-Los agentes del barco que nos ha traído, ¿son los habituales?.

-No, no lo son.

-Hmm...

-Aunque debo decirle que aquí los agentes duran poco. Este lugar no es muy agradable y al final las caras nuevas se convierten en una constante.

-Entiendo. Por cierto veo que han acertado con su talla.

-¿Sobre que?

-Nada. No me haga caso, son cosas mías.

-Aparte de esa condenado cascaron en el que hemos venido. ¿Existe alguna manera de entrar o salir de la isla?

-Aparte de nadando.-contesto de forma irónica Sam.

-Si, aparte de nadando. Si sucediese alguna emergencia.

-Seria avisar por radio que viniese otra barcaza. Pero solo si la climatología lo permite. Amigo, con este tiempo es una temeridad. Si aquí pasa algo, estamos solos.

Dupont miro preocupado a Sam. Tenia razón estaban solos.


-Bien, señores. Hemos terminado la visita para el publico. A partir de ahora vamos a la zona privadas, de acceso restringido.

Sam nos llevo a través de un largo pasillo donde a pesar de todo se respiraba cierto aire de normalidad. Guardas y pacientes sumisos.

Allí quedaban los condenados en vida que tenían una existencia corriente. Ahora íbamos a conocer a los olvidados, aquellos sin voz y relegados al triste silencio.

Quedamos todos parados delante de un ascensor que no tenia botón pero si una cerradura.

Sam saco una cadena de su bolsillo que estaba enganchada a su cinturón. Nos mostró una llave dorada.

-Señores, esta es la llave del inframundo. El lugar donde están recluidos los peores demonios con sus recipientes humanos.

Un ruido mecánico nos aviso, el ascensor se acercaba. Pesarosos entramos al interior y por ultimo Sam que miro atentamente el panel con varias cerraduras y su numero de piso. Todos estaban debajo tierra. El guardia eligió el nivel mas profundo. Estaba claro que allí nunca llegaba la luz de sol pensaba que diferencia habría entre el primer nivel subterráneo y el ultimo. Creo que ninguna. El día y la noche no existen, el tiempo es eterno sin horas, días o meses. Desde luego eso debía ser el infierno. Una vía directa a la locura.


Llegamos a la planta mas baja del complejo y salimos del ascensor. Un estremecedor silencio rodeo mi cuerpo. Solo el zumbido de las bombillas y la respiración de los que restábamos rompían la monotonía.

Otro guarda sentado en una silla con el forro de cuero desgastado y descolorido hizo ademán de levantarse de la vieja mesa. Dejo una revista pasada de fecha. Pero Sam alzo su mano para que se quedase en su sitio.

-Tranquilo, Diego. Es una visita de rutina. No pasa nada. Pasame la llave de la 211.

El hombre miro con cara de sorpresa a su compañero que asentía con la cabeza. Abrió un cajón y saco una caja metálica de seguridad. Tras la apertura, quedo un instante mirando el interior donde varias llaves numeradas permanecían guardadas hasta que  encontro la que buscaba. La tomo y se la dio a su compañero. Después cerro y volvió a depositarla en el cajón. Finalmente el aludido volvió a descargar pesadamente su cuerpo sobre la silla y se meció en su lectura como si no estuviésemos.


Tras atravesar otra puerta de seguridad. Fuimos dejando atrás celdas numeradas y anónimas con sus moradores imbuidos en sus demencias. Personas aletargadas para siempre en esos cubos cerrados. Solo la muerte les daría la libertad.

-¿Aqui es?-dijo el guarda de forma solemne.

Conteniendo la emoción nos quedamos todos detrás suyo como si cuando abriese la puerta fuera a salir un demonio con ganas de comernos.


El chirrido nos volvió a la realidad.

No creo en las casualidades pero a veces, solo algunas veces las conexiones predestinadas son un camino de un solo sentido. Si esperaba encontrarla no la halle en el sentido literal de la palabra. En su lugar se me apareció un mundo críptico de mensajes e información condensada en abigarradas pinturas.

Nada mas traspasar el umbral supe que aquello era algo grande, muy grande y que nos superaba. Los signos que descubrimos en el extraño pergamino estaban allí conviviendo con dibujos de desconocidos seres salidos de un mente retorcida y enfermiza. Seres inimaginables luchando entre si como enormes pulpos y extraños dinosaurios que parecían venidos de otra dimensión. Median seis pies de longitud, y tres pies y cinco décimos de diámetro central y disminuya hasta un pie en cada extremo. Como un barril con cinco camellones en lugar de duelas. Roturas laterales, como tallos a mitad de los camellones. En los surcos llamativas excrecencias: crestas o alas que se desplegaban como abanicos. A su lado pequeñas figuras que para nada se asemejaban a los humanos. Tenían la apariencia de una masa de protoplasma, similar a una ameba, con ojos y burbujas creándose y desapareciendo en su superficie. Aparentaban un tamaño de 5 m de radio, y poseen una gran fuerza y resistencia. Estos al principio estaban sometidos pero luego mataban a las bestias que estaban retratadas en orgías de sangre. No faltaban otros, pero sus cabezas de pez, con unos grandes ojos sin párpados. Además de agallas en torno al cuello y manos palmeadas que forman zarpas de color gris verdoso, con el vientre blanquecino y la mayoría tenia piel resbaladiza y su espalda jorobada  cubierta de escamas. Por todos lados acompañaban escrituras y runas de un significado ajeno a cualquier historiador.

-¡Ese hombre esta loco!.-grito Edgar asombrado.

Edgar tenia la peculiaridad de resaltar lo obvio como si un hecho extraordinario.

A pesar de nuestras miradas reprobadoras siguió señalando al bulto que se hallaba al fondo de la celda.

Yo ni siquiera me hubiese dado cuenta sino fuera porque una camisa de fuerza sucia y gastada se erigía como señal de que allí existía vida. Encogido sobre si mismo y de espaldas, una persona permanecía ajena comportandose como si nosotros no estuviésemos. Sobresalida una cabeza con el pelo largo y sucio. El estado de abandono era evidente. Lentamente nos fuimos acercando y poco a poco empezamos a oír una voz hablando para si mismo en un extraño idioma.

- Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn.

De pronto callaba y continuaba con su charla

-Shogguts mglw wgah´


Sam se acerco lentamente al profesor.

-¿George?.-mientras le hablaba le tocaba suavemente el hombro.- Tienes visita.


El aludido giro su cabeza.Un hombre con un barba larga y descuidada. En su rostro se marcaba el temor y la incertidumbre como si no supiese bien donde se hallaba. Las arrugas profundas y marcadas habían borrado cualquier atisbo de intelecto. Una mirada vacía y unos ojos vidriosos nos observaban mas sorprendido que asustado. Nos miraba uno a uno intentado  encajar quienes eramos y que hacíamos allí.


-Han venido a verte, George. Quieren hablar contigo.

Pero el resultado fue nulo al momento el interés desapareció al instante. Se giro cara a la pared y volvió a su estado anterior. Como si jamas hubiésemos existido.

-Yo conozco a ese hombre.-dije sorprendido.

-Es normal que lo conozcas fue muy famoso por sus descubrimientos.-me comento Sam.

Apenas sin salirme las palabras de la boca volví a repetir emocionado.

-Quiero decir que conozco a ese hombre... Era amigo de mi padre.

Apenas lo reconocía. Un hombre elegante e integro. Seguro de si mismo. Un triunfador en todos los sentidos y verlo  convertido en un guiñapo me conmovía. Era una de las pocas pistas que tenia para ayudar a mi padre y no sabia como.

-Gio,¿eres tu?. Gio, tienes que ayudarme a encontrar a mi padre. Eres el único que puede hacerlo.

Mientras le decía esto me acercaba con la manos abiertas para abrazarle. Recordando mi niñez cuando venia a debatir con mi padre sobre sus hallazgos y solía jugar conmigo. Entre nosotros existía cierta camaradería hasta que un día algo sucedió entre los dos y nunca volvió a casa.

Lentamente Gio fue girando su cabeza hasta que quedo enfrente de la mía. Un olor a suciedad y inmundicia me rodeo. Pero aun así aguante y mantuve la mirada con la suya y atisbe en el fondo de sus ojos una luz. Algo conecto su mente con la realidad.

-¿How? ¿Eres tu?. ¿Que.. que haces aquí? ¿Donde estoy?.-dijo con voz cansada.

-Creo que son muchas preguntas para responder en un momento.

-Quiero volver a casa. No se quienes son estas personas.-dijo de forma casi inaudible mientras unas lágrima furtiva resbalaba por su rostro.

-Si, Gio. Es hora de volver a casa.-le dije para reconfortarle mientras le abrazaba.




Continuara...

domingo, 7 de febrero de 2016

Capitulo 2.11 "El bosque"

Arrellanado en mi asiento contemplaba distraidamente el paisaje rural que se deslizaba ante la ventanilla. Alcance a ver un canal con una flotillas de barcas. Una fina llovizna mojo los cristales enturbiando la visión de modo que volví la vista al interior del vehículo. Abandonamos nuestro refugio y cruzamos un puente tomando la carretera. Teníamos por delante un largo viaje de pacifica conducción escuchando la radio. Mientras Edgar dormitaba con la boca abierta donde se escapa un hilillo de saliva. Me hacia gracia que aquel tipo al que que hace unos días no conocía se volviera en mi mejor amigo y compañero y lo consideraba como un hermano de sangre al que confiaría mi vida. También orgulloso del gran tandem que eramos al vencer al pobre Stephen aunque era una victoria agridulce. Por un lado nos enorgullecia  haber pasado esta prueba, pero por otro lado al quitarle el traje de goma y descubrir a nuestro amigo magullado nos hacia sentir culpables después de la paliza que recibió. Las horas como los kilómetros transcurrían lentos y lánguidos en una sucesión de paisajes anodinos y repetitivos A nuestra izquierda apareció la desviación y quinientos metros mas allá un camino rudimentario, pedregoso y sin asfaltar. Paramos el coche ya que era bastante posible que los bajos del coche se rompieran.

-Madre mía, si esto es un camino de cabras.

Dupont saco unos linternas y las repartió. Tras encender las luces ante nosotros se mostró un lugar terrorífico y espeluznante.

Un denso bosque con arboles torcidos y tronchados intentaban elevarse inútilmente como si buscasen respirar. Pero si esto de por si era estremecedor, nos dimos cuenta que no estábamos solos. Cientos de ojos nos observaban curiosos y expectantes.

-¿Cuervos?. Son cuervos. Vaya Anabelle estaría feliz. Sabéis es su pájaro fetiche. No se porque tiene una conexión especial con ellos. Hace años tuvo uno. Se cayó del árbol y...

-¡Chist! Silencio.-ordeno en voz baja el mayor.

Edgar callo y Dupont nos conmino a ir andando. Yo me pegue a su lado asustado.

-¿Porque hay tantos cuervos?.-pregunte con una voz que casi no oía.

- Hace siglos aquí hubo una batalla importante. Murieron miles de hombres. Una verdadera sangría. Los pocos que sobrevivieron les dieron dos opciones.

-¿Cual es?.-pregunto Edgar con los ojos bien abiertos mientras hacia un barrido con su linterna.

-O morían ejecutados o si llegaban a la isla a nado serian libres.-Dupont callo por un instante y resoplo.-Ninguno llego. Ni uno solo.

-Es cruel.-apuntille.

-Si, pero la guerra es así. Las almas de los vencidos están aquí en la tierra. Condenados junto con su sangre. Y los cuervos son los ganadores. Si algún perdedor intenta escapar sera pasto del ave negra que engullirá su alma perdida condenándola al infierno. Ya que estas aves se alimentan de esta esencia al ser carroñeros.


Sobra decir que los negros pajaros nos miraban atentos y oíamos sus “rrok-rrok”, profundos y cavernosos que nos erizaban la piel. Como si nuestra presencia fuera una sacrilegio y entre ellos fueron avisandose de nuestros movimientos. También a medida que nos acercábamos al final del camino unos « toc-toc-toc», un «kraa» seco y ronco, un graznido gutural y bajo así como varios gritos de naturaleza casi musical nos iban dejando atrás. Quizás se alegraban porque nos alejábamos aunque la verdad nunca lo supimos. Finalmente sin darnos cuenta salimos del bosque y la sensacion de ahogo desapareció. El aire denso y viciado que existía en el pasaje que dejábamos atrás y que hizo que  nuestros pulmones arañasen cada partícula de oxigeno termino. Nuestro pecho se lleno de un soplo fresco y limpio hasta quedar harto.

-Tendremos que volver por el mismo camino, ¿verdad?.-pregunte temiendo la respuesta.

-Por desgracia si. Pero una vez en el psiquiatrico buscare alguna alternativa.


Tras pasar una hondonada acabamos de ascender una empinada ladera y un perezoso sonido acuoso llego a nuestros oídos.

-Nos acercamos.


Era uno soniquete pesado y denso. Como si el agua le costase moverse, a la vez que un olor fétido y maloliente hizo arrugar nuestras narices.

-Por lo visto este agua tiene gas que proviene del fondo. Seguramente vais a oír pequeñas explosiones por la liberación de las emanaciones.

Y al fondo bajo la luz de la luna imponente la isla. Una roca inmensa, salida de no se donde y allí se había quedado. Sobre ella se apreciaba el hospital .Un miedo primitivo y cerval se adueño de mi cuerpo

Las aguas, la isla y el psiquiatrico junto con el bosque ahondaba en nuestros miedos mas primitivos e irracionales metiéndose dentro, muy dentro. En un lugar donde no podías expulsarlo. El legado de aquel sitio se palpaba ya no eran cuentos ni habladurías. Algo intangible se notaba alrededor, asfixiante y pegajoso. Un pavor ancestral que dominaba tus sentidos haciéndolos sumisos a ese pánico y sumiéndolos en un caos abismal.


Nos acercábamos a la orilla y advertimos que dos tipos nos esperaban sentados en una hoguera. Cuando estábamos cerca de ellos nos sorprendió sus uniformes. Parecían que ambos se hubieran intercambiado los trajes.

Un tipo largo llamado Jhon Burdick. Era un hombre delgado y con una mata de negro cabello pocas veces peinado. Tenia una risa nerviosa y parecía estar siempre alerta. La camisa le sobresalia por encima del pantalón. Cada cierto tiempo la metía dentro pero era una labor inútil. Asimismo los pantalones estirados hasta tal punto que se veían sus negros y gastados calcetines. A su lado Artur Mooney, un tipo bajito y corpulento de ojos maliciosos cara redonda y bigote encanecido. Al contrario que su compañero llevaba los pantalones y mangas de camisa remangadas y por debajo de la cintura dentro del pantalón se observaba como el resto de la prenda se había metido arrugada y con prisas. A pesar de ello ambos exhibían orgullosos en el cuello del uniforme las insignias de guardas.
Tras las presentaciones de rigor fuimos escoltados a la nave.
Cerca de ellos un rudimentario embarcadero donde se mecía tranquilamente una vieja lancha con un toldo y unas bancadas para ir mas cómodos. Caminamos sobre los viejos tablones que llevaba hasta una pasarela que conducia a la embarcación. Tenia unos quince metros de eslora y amplias cubiertas y dos helices con motor de gasolina. El casco estaba pintado de negro algo descolorido. En la proa destacaba el timón y enfrente un potente foco. Tampoco le faltaba un habitaculo para recoger herramientas y utiles que daba paso al interior por lo demas no era muy grande pero si rápido y bastante maniobrable en este turbio elemento.
Cuando nos dirigiamos a la cubierta de popa ambos se nos adelantaron para darnos la bienvenida al barco.
-Bienvenido a bordo, monsieur Dupont.-dijo Mooney
-Hermoso barco....-mintio el mayor.
-Yo no diria tanto, pero he de reconocer que al igual que una buena esposa,es fiel y servicial.



Mooney saco un mugriento palillo se lo puso en la boca nos miro con una sonrisa siniestra se sentó y recogió un palo y una pequeña navaja de su bolsillo que empezó a desbastar mientras de rato en rato nos miraba y volvía a su ocupación. Empezó a hablar para si mismo.

-Allí abajo hay muchos secretos silenciados. Venganza, asesinatos y odios permanecen ocultos. Desde el bosque de los cuervos pasando por esta ciénaga llegando a la isla de los abandonados, todo esto es el imperio de la parca. Fue y sera por los siglos de los siglos.

Después escupió a su lado y el esputo chapoteo. Dando fin al discurso como si fuese el broche final perfecto de su charla.

-¡Amen!

Dupont se quedo al lado de Burdick que manejaba el timon en la cabina de mando. Los latidos de los viejos motores empezaron a sonar mientras Mooney se habia levantado para soltar amarras, las recogio en cubierta y volvio
a su sitio. El mayor, pensativo junto al tipo parecía estar en alerta y a punto de saltar en cualquier momento. Lo poco que lo conocía me decía que existía algo que inquietaba su mente y no acaba de comprender.
A medida que la quilla surcaba las aguas estas fueron volviendose mas oscuras. Burdick hizo sonar la sirena a modo de señal por lo que hubiese a nuestro alrededor. La gelida brisa aumentaba a medida que se acercaban a la isla. El mayor metio las manos en los bolsillos y se encogio sobre si mismo.
Cuando el silencio se prolongo demasiado el mayor miro de soslayo al tipo:

-Deberías presentar una queja al encargado de los uniformes.-dijo de manera neutral como si fuese una conversacion trivial aunque observo un movimiento tenso casi imperceptible en la mano del otro.

-Si, seria lo mejor.-respondió intentando no mostrarse nervioso.-Pero por desgracia es un recomendado de mi superior y lo tienen en alta estima.

Para amenizar el ambiente me volví hacia Edgar que permanecía absorto y melancólico mirando el infinito.

-Bueno que contabas antes de Anabelle.

Le dije para animarle y de paso saber mas sobre ella. Un poso de añoranza creció en mi interior. Echaba de menos su presencia y aunque no quería aceptarlo del todo un sentimiento iba creciendo en mi corazón por su hermana.

Edgar se giro y su rostro cambio mostrándose mas afable y receptivo.

-Hace años se encontró un cuervo herido. Lo llevo a casa y lo fue cuidando con mucho mimo. A veces cogía las joyas de mi madre y las escondía en la casa. Ya sabes, diademas o pulseras. Cuanto mas brillantes mejor. Era su fiel mascota. Hasta que un día...

Entonces Edgar encogió el gesto y el mutismo volvió.

-¿Entonces que?.-le presione.


Levanto la mirada como si volviese de muy lejos y retomo el relato.


-Una noche mis padres se iban de fiesta. Anabelle estaba tranquilamente en el sofá con el cuervo acariciándolo. Todo parecía ir bien. Mi madre apareció deslumbrante con un  traje elegante y sus joyas. Las pulseras y la diadema de plata engarzada con brillantes. De repente el pájaro salio volando rápidamente y empezó a atacar a mi madre, la cabeza, los ojos. Era horroroso. Mi madre se defendía como podía. Mi padre y yo intentábamos quitar esa alimaña y mi hermana chillaba pidiendo que no le hiciésemos daño. Finalmente arrancamos a la bestia y la echamos a la calle. Mi madre no sufrió grandes daños por suerte pero si quedo bastante traumatizada por la experiencia y esa noche no salieron. A veces solíamos ver a un cuervo rondar por nuestra casa pero nunca supimos si era el mismo ya que nunca se acercaba a nuestro hogar.

-Es una historia terrible.

-Sip pero algunas veces sigo oyendo graznidos en casa y temo que Anabelle tenga en su poder ese maldito bicho u otro.


Me hubiese encantado seguir hablando de este tema pero el viaje tocaba a su fin. La barcaza se arrimaba al pequeño embarcadero. Y la luna parecía colocada ahí simplemente para iluminar aquel último y trágico lugar.

Mientras el hombre mas alto de la manera mas teatral se giro abrió su mano, estiro el brazo y dijo:

-¡Bienvenidos a Jharkam!


Continuara...













domingo, 17 de enero de 2016

Capitulo 2.10 "La prueba"

Tras esta revelación nos acostamos tarde y apenas pudimos pegar ojo. Nuestra imaginación se empezó a excitar imaginando en las consecuencias que tendría todo esto en nuestras vidas. Seis horas después nos levantamos y tomamos una ducha. Nos vestimos y bajamos a desayunar.

Mientras sorbíamos nuestros cafés y mordisqueabamos unas tostadas de pan de molde con mantequilla. Escuchábamos a Dupont que parecía que ni siquiera se había acostado. Estaba impecable y fresco al contrario que nosotros unos aauténticos desechos humanos.



-Georg Danfhord era un reputado investigador y arqueologo de civilizaciones antiguas voló al Ártico con un grupo de colegas. Oficialmente eran una misión científica para investigar la biodiversidad de la Antartida. Pero en realidad eran un grupo contratado por el gobierno en secreto para descubrir cualquier atisbo que nos pudiese servir para hallar vida preterrestre y también tecnología para que nuestro país fuese una superpotencia.Pero, algo ocurrió. ¿El que? Nadie lo sabe. Solo volvió él. Bueno su cuerpo. De su boca solo salían incoherencias y extrañas palabras de un idioma desconocida. A veces miraba aterrorizado hacia atrás y gritaba:"Tekeli-li. Tekeli-li"

-Es horrible.-dijo Edgar asustado.-¿Y nunca se supo que sucedió?

-Nunca, su mente estaba tan trastornada que no reconocía ni el mundo que le rodeaba. Hablaba de extrañas construcciones que tocaban el cielo y seres enormes con tentaculos. En fin un disparate detrás de otro.

-¿No se envió ningún grupo de rescate?¿U otros investigadores?

-La operación se cerro visto los resultados. Teníamos miedo también de que se filtrase a la prensa y se desatase el escandalo. Todo se cerro y olvido. Hasta hoy.


-Todo esto es muy interesante. Pero ese hombre esta loco. No puede ayudarnos.-dije pensativo.

-Por desgracia así es. Si hubiese alguna manera de que recuperar sus cordura.

-Creo que ya lo tengo.-nuestro científico dio con una solución. Era agarrarse a una clavo ardiendo porque tenia pocas probabilidades de éxito.

-Puede funcionar. Tendré que pedir algunos favores pero es posible.-dijo Dupont.-Bien nuestro objetivo esta internado en el hospital psiquiatrico de Jharkam.

-¿Jharkam? ¿Ese Jarhkam?.-dijo asustado el joven investigador.

-Ese Jharkam.-dijo resuelto Dupont.

-¿Que sucede?.-dijimos Poe y yo al unisono.

-Jharkam esta en la isla Lazarus. Un lugar terrible en medio de un lago pestilente y hediondo donde no existe vida. También la llamaban la isla del Infierno o Sin retorno. En la antiguedad durante las plagas los apestados eran llevados allí y dejados a su suerte. La posibilidad de volver a tierra nadando era nula dado las fuertes corrientes que existen. Era el mejor sitio para edificar un manicomio. Algunos inquilinos decían ver y oír fantasmas. ¿Pero quien hace caso a un loco?

Dupont pego un golpe en la mesa.

-¡Ya basta! Eso son habladurías. Estas asustando a los chicos. Ahora centremonos en nuestro objetivo.

Quizás no era tan buena idea ir allí. Pero sabíamos que el mayor iría aunque fuese sin brazos y sin piernas con tal de hacer su trabajo. -Seguramente mañana tendremos el permiso para conseguir la custodia. Y a vosotros dos os quiero listos para la acción mañana a primera hora.¿Entendido?

-Si.-dijimos asustados. Ahora sabíamos porque había llegado a mayor.

-Si,¿que?

-Si, mayor.

-Así me gusta. Traeremos a ese tipo aunque sea rastras y vamos a desentrañar este misterio cueste lo que cueste.

Dio media vuelta y se marcho mascullando por lo bajo.


-Todo esto me parece una locura..-dijo apesadumbrado Poe.

-Y a mi también. Pero debemos seguir hasta el final y rescatar a mi padre y asegurar la seguridad de tu hermana para  que no corra ningún peligro. Ese es nuestro cometido. Por eso iremos hasta el final. O nos llevara ese bruto.


Pensábamos que ya no volvería Dupont pero retorno. Nos miro de forma paternal, mostrando su cariño y preocupación por nosotros.

-Chicos, se que tenéis miedo y estáis asustados. Esto es nuevo para vosotros. Veo en vuestra mirada miedo y angustia. Pero os necesito. Ninguno de nosotros puede hacer esto solo. Somos un equipo. Y para ello os voy a adiestrar y a enseñar a luchar y a defenderos. Si algo me ocurre, vosotros sois la ultima linea de defensa. Y ahora, venid conmigo.

 Le acompañamos, entonces supimos que nada volvería a ser lo mismo. Nuestros antiguos yos estaban en plena transformación. Ahora aprenderíamos a ser mas decididos, mas racionales y mas seguros ante lo desconocido. El mayor fue nuestro maestro y nuestro guia disipando nuestros temores. Nos convirtió en los mas leales y dispuestos agentes de Arcadia.


Por suerte por temas burocráticos la orden para recoger al científico de Jharkam se retraso unos días. Y esto nos dio mas tiempo para aprender técnicas de lucha, defensa y armas. Ahora parecía que hubiésemos nacido para este trabajo.


Por fin recibimos la orden para partir al día siguiente temprano. Dupont se acerco a nosotros ufanos y nos dijo:


-Mañana es el gran momento, por eso tengo una sorpresa para vosotros. Acompañadme. Tengo algo que os va a encantar.



Para nuestra sorpresa bajamos varios niveles. Poe y yo nos miramos sorprendidos ante el tamaño de las instalaciones. Cuando pensábamos que apenas habría dos pisos descubrimos que debajo de donde hacíamos vida existían mas construcciones. Lugares mas subterráneos, oscuros y húmedos donde parecía que hacia milenios nadie había pisado.


-Sorprende, ¿verdad?-dijo el mayor.

-Si, la verdad esperábamos que Arcadia fuese mas pequeño. Apenas una laboratorio, un almacén y poco mas.-contesto Edgar.

-Bueno esto es la parte mas secreta y mas segura. Por ejemplo esta sala.

Y nos invito a entrar. Era un lugar enorme, circular y totalmente desnudo. Nada de mesas, sillas o mobiliario. Tenia varias salidas que estaban cerradas por unas enormes rejas. Un aire frió y húmedo salia de ellas. Miramos hacia arriba y sobre nosotros coronaba un corredor donde se podían apostar personas mirando como el espectáculo que se desarrollaba abajo. A mi me recordaba a los antiguos circos romanos. Mi cuerpo dio un respingo al pensar que yo podría ser parte de ese entretenimiento. A todo ello la iluminacion no era escasa pero si la justa para ver donde estábamos sin deslumbrarnos.

Un ruido metálico nos sorprendió y cuando nos dimos la vuelta nuestra puerta de entrada estaba cerrada por otra contundente reja metálica.

-¡Mayor! ¡Mayor se ha cerrado la puerta!

-¡Saquenos de aquí!!

Pero nadie contestaba.

-¿Que ha sucedido?.-me pregunto Edgar.-Estaba a nuestro lado y de repente...

-Desapareció. Es extraño.

Ambos nos miramos entre la sorpresa y el miedo.

Un sonido lúgubre y siniestro llego a nuestros oídos.

-Bueno.-conteste tranquilo.-Ahí lo tienes, el mayor esta abriendo la otra puerta. Seguramente debió cerrarse por accidente y ha abierto otra salida.

-¿Y porque no abre la misma por donde hemos entrado?-dijo Edgar.

Me dirigí muy seguro hacia la puerta

-No lo se, Edgar. Ya sabes cosas de militares y eso.-mientras decía esto hacia gestos mostrando a Poe que su pregunta me parecía de lo mas estúpida.


Cruce el quicio de la salida. Entre la luz vi una extraña sombra. Ahora la cuestión de Edgar no me parecía tan absurda.

-¿Dupont? ¿es usted?.-pregunte asustado.

Un extraño ser bípedo, negro y escamoso se dirigía hacia nosotros. Con su boca abierta y dientes afilados se escapan bufidos guturales y unas babas pastosas caían chocando pesadamente sobre el suelo. Mientras unos extraños brazos largos y con formas de aletas que arrastraba por el suelo.


-¡Edgar,correee!!!.-grite histérico.-Creo que a ese no le han dado la cena.

Se que suena absurdo. Correr a donde, estábamos encerrados pero en ese momento lleno de terror hasta el parsoxismo hacia que la racionalidad no fuese una opción.


Edgar gritaba y parecía que intentaba empequeñecerse para meterse a través de los barrotes mientras estiraba los brazos. Un ruido familiar nos confirmo que la puerta donde entro el monstruo estaba cerrada y nosotros con él.

Angustiados miramos una salida. Imposible.

-Quizás podemos cansarle mientras corremos y lo esquivamos.-propuso Edgar.
- O contarle un cuento.

-¡Mayor! ¡Dupont!.-grite a través de las rejas.

Pero nada. Solo silencio.

-Edgar, estamos solos.

-¿Queee?.-dijo Edgar.

-Creo que es una especie de prueba.

-O vencemos o morimos.

-Si es una forma de exponerlo. Pero supongo que de alguna forma tienen que evaluarnos.

-Ahora se va a enterar  como las gasta un chico de Beenfit Street.

Mientras se subía las mangas, adopto una posición de defensa. Se acerco ladeo su cuerpo y soltó un derechazo contra la bestia. Ni se inmuto, dio un enorme aletazo que impulso al pobre Edgar varios metros.

-Creo que no va a ser tan fácil.-dijo dolorido mientras intentaba levantarse.-Ahora entiendo porque no tenia que haberme dejado siempre las lentejas.

Tome carrerilla y salte sobre él a la vez que impulsaba que encogía mi brazo para soltar un puñetazo con toda mi fuerza. Ni siquiera lo toque. Otro golpe con la aleta me hizo girar en el aire, perder el equilibro y caer.

Momento que aprovecho mi compañero para soltarle una patada para que perdiese la estabilidad. Craso error. Mientras le daba me acerque por la espalda para acabar también caído y dolorido. Estaba claro que necesitabamos una estrategia o pronto seriamos una masa de moratones y sangre.

-Edgar vamos a atacar a la vez.-dijo eufórico. Mas que nada para animarnos.
-Si, somos un duo invencible.-dijo rudamente.


Fuimos corriendo a la vez y nos echamos sobre nuestra presa. Pero tarea pueril giro sobre si mismo y volvimos a acabar con nuestras costillas en el duro suelo.

-No lo veo claro.-dijo Edgar.

-Claro. ¡Eso es!. Eres un genio, Edgar. Atacale.

Edgar medio levantado me miro como si me hubiese golpeado la cabeza y solo dijese incoherencias.
-Lo siento. Me perdí la clase de apalear monstruos.-me contesto
Me acerque a la bestia lentamente mientras le hablaba.
-Eh, amigo.-moví la mano para llamar su atención.-¿Que tal?. Vaya si yo tuviese una cara como esa pediría que me devolviesen el dinero.
Medio tambaleándose Poe se acerco a nuestra nemesis y en el momento que iba a derribarlo de un aletazo me quite la camisa y se la puse  encima de la cabeza. Hice un nudo. Estaba ciego. Era nuestro momento. Los golpes empezaron a caerle por todos partes.

-¡Mayor! ¡Auxilio!.-esa bestia hablaba y su voz me sonaba familiar.

-Muy bien chicos.

-¿Mayor?.-dije confuso mirando a todos los lados.

-Esto aquí arriba. Felicidades, sois los primeros en pasar la prueba.

Alzamos la vista y Dupont nos miraba satisfecho desde el mirador. Al final si que había sido una lucha de gladiadores. Y el mayor era nuestro Cesar que decidía quien ganaba y quien perdía.

-Habéis superado el examen. Lo esencial es trabajar en equipo. Mientras luchabais por separado erais un objetivo fácil. Sin ideas, ni estrategia todo estaba perdido. Pero tu, Howard has enfocado el problema desde otro ángulo y has encontrado la solución. Estoy orgulloso de vosotros.

Dupont estaba a punto de retirarse cuando volvió preocupado.

-Y llevar a Stephen a la enfermería con la tunda que le habéis dado creo que estará unos días de baja.

Edgar y yo miramos a la piltrafa derrotada.

-¿Stephen?.-dije sorprendido.

-¿Eres tu?.-pregunto Poe.

La bestia asintió lentamente y dolorida.

-Siii.....-se oyó débilmente

Continuara...






domingo, 27 de diciembre de 2015

Capitulo 2.9 "Misterio guarda misterio"

Tras ir a nuestras habitaciones, asearnos y cambiarnos de ropa. Estuvimos listos para que Bautista nos pasara revisión antes de ir al comedor. Tras una comida exquisita y una buena charla. Dupont continuo mostrándonos mas instalaciones de la base. Lo mas interesante fue descubrir el almacén repleto de antiguedades y extrañas piezas lo que nos daba una visión de la envergadura de sus investigaciones. Empezando por milenarias civilizaciones hasta objetos de naturaleza no humana pasando por raros libros de hechizos, magia o vudu. Como bien decía, todo aquello que no entraba dentro de lo racional pasaba a su departamento fuese cual fuese su naturaleza. El mayor nos hablo de nuestro futuro adiestramiento sobre todo en lucha y defensa personal. Consideraba que era la base para nuestra seguridad  visto los sucedido con los chacales. Era sabido que estos como cualquier criminal era capaz de cualquier acto para conseguir sus propósitos y nosotros unos imberbes jovencitos totalmente ignorantes de este modo de vida necesitabamos una aprendizaje rápido para cualquier tipo de situación. Pasaron las horas y la cena llamaba a nuestra puerta. Bautista escondía ante esa fachada antipática y dura un competente cocinero capaz de hacer palidecer al chef mas notable.


Tras la agotadora jornada solo pensábamos en sentarnos y degustar la cena que fue un regalo del cielo. Transcurría todo en silencio. Cuando un ciclón entro en acción.


-¡¡Lo conseguí!! He abierto el cilindro.

Todos nos sobresaltamos ante la impetuosa entrada de Stephen.

Excepto Bautista que lo miro de forma desdeñosa y alzo una ceja mostrando incredulidad mientras alzaba elegantemente su cuchara.

-Señor, ¿se acerca el fin del mundo?

-No.-respondió el joven azorado.

-¿Alguna hecatombe en ciernes?.-mientras preguntaba permanecía inamovible con la cuchara en la mano.

-Pues no.-respondió mirando al suelo.

-Esta sopa de almejas con bacon y verduras tradicional es una receta familiar que ha pasado de generación en generación a través de mi familia. Por eso le ordeno que coja una cuchara, se siente a la mesa y cene. Y le muestre el respeto que se merece a esta maravilla culinaria. Seguro que esa importante noticia que nos tiene que dar podrá esperar unos minutos.

-Jóvenes, ¡que modales!.-dijo finalmente mientras con gran dignidad sorbía su sopa orgulloso de su plato y su victoria.

Dupont levanto las manos en señal que no podía decir nada ya que Bautista tenia toda la razón y no existía motivo para replicarle.


Sthepen con la cara roja por la vergüenza arrastro los pies al armario de los cubiertos y después de cogerlos se sentó a nuestro lado. Nos miro y hundió su cabeza para cenar sin dirigir la palabra a nadie. Finalmente la paz llego al lugar y tras la cena. Bautista se quedo a recoger y a limpiar mientras los demás marchábamos al laboratorio.

-Hoy es martes, ¿verdad?.-pregunto Dupont

-Si.-dijo Sthepen guiñando uno ojo a todos.- Hora de serial.


-Y ahora marchense tengo asuntos importantes que hacer.-contesto como si no hubiera oído nada.

Estaba claro que  no quería perderse su programa preferido. Nos costaba creer que ese hombre tan orgulloso y altivo llorase ante una radio novela.


Sthepen acelera el paso no podía perder mas tiempo y con gestos nos animaba a que fuésemos mas ligeros.

-Debe ser muy relevante lo que tienes que enseñarnos para llegar tarde a cenar un martes. Bautista es como un elefante, no olvida nada.


El eco de nuestras pisadas resonaban en las paredes. El impaciente científico abrió la puerta del laboratorio. Y se quedo parado delante de nosotros sin dejarnos pasar y poniendo la mano delante.


-Prepararos para una nueva era. Vais a ver algo que ni en vuestros mejores sueños podéis imaginar.


Se aparto ceremonialmente como si fuésemos a ver el mayor misterio del mundo resuelto y en cierta manera no le faltaba razón.


Nos arremolinamos alrededor de la mesa donde estaba el cilindro abierto. Y varios pares de ojos observaban extasiados y boquiabiertos lo que estaba delante nuestro. Algo impensable e inimaginable.


-¿Un pergamino?.-dijo Poe asombrado.

-¿Eso es todo?-comento Dupont.

-Bueno, bueno como verán el cilindro tenia una medida de seguridad.

El cilindro tenia un tubo similar al cristal conectado a la abertura. Y enrollado en el tubo estaba el pergamino.

-Cualquier intento de forzar la cerradura hubiese roto el sistema de seguridad y destruido su interior con ese extraño liquido que quiero analizar. Al abrirlo de la forma correcta se ha desprendido el contenido.


A pesar de todo seguíamos sin comprender porque algo tan moderno contenía un simple manuscrito con extrañas escrituras.


-¿Que mas nos puedes decir? Llevas toda la tarde metido, seguro que tienes mas cosas que contarnos y de momento nos estas dando migajas.

-Bien aparentemente este documento data de  la Edad Media.

-¿Que hace eso en un artefacto del espacio? Podría ser una historia de "Historias Fantásticas".

Stephen puso cara de sorpresa.

-¿Tu, también?

-¿Yo?¿Yo, que?

-Historias Fantásticas, eres fan.

-Si.-dije timidamente. Me daba vergüenza reconocer ante todos ser un lector empedernido.

-Yo a tu edad los coleccionaba todos. Seguro que tengo algunos números antiguos en mi cuarto.

Dupont tosió para poner un poco de orden. Sthepen se recompuso.

-Ah, si. Bueno me pregunte porque esta diferencia cronológica lo normal seria algo mas moderno. Pensé que era piel de vaca de primera calidad como se hacia en esa época para los mejores manuscritos. Pero me equivoque.

-¿Porque?.-pregunto Poe.

-Es una falsificación.

-¿Es falso?.-dijimos todos a la vez.

-Bueno si y no. Realmente no es pergamino al uso. Ni siquiera es lo que parece.

Acerco su mano al papiro y empezó a tocar los textos. Para nuestra sorpresa los signos que tocaba se iluminaban.

-Esto esconde algo. Tiene una clave. Es un mensaje cifrado con apertura de seguridad. Alguien se tomo muchas molestias en ocultarlo. Quiso pasarlo desapercibido en su época.

-¿Quieres decir que esto es una comunicación de hace de 1000 años?

-Sip, pero no tengo ni idea como abrirla.

Dupont se quedo muy serio. Y nos miro a todos.

-¿Se quien puede ayudarnos?.-dijo el mayor.

Hawk se junto las manos y se las froto en señal de triunfo.

-Perfecto. Todo solucionado. Lo traemos y sabemos que puñetas esconde esto.

-No es tan fácil.-dijo apesadumbrado.

-¿Que sucede,mayor?.-pregunte asombrado por nombrarlo con su grado militar.

-La persona que puede desentrañar este misterio esta encerrada.

-¿Es un asesino, un ladrón, un estafador?.-pregunto Edgar.

-Peor.

Creo que todos pusimos cara de sorpresa. Que puede haber peor para la sociedad que un hombre encerrado por cualquier delito contra la sociedad como los que nombramos.

-Esta loco. Acabo en un psiquiatrico. Encerrado de por vida en una celda acolchada de aislamiento.


Continuara...

domingo, 6 de diciembre de 2015

Capitulo 2.8 "Arcadia"

Ya casi era mediodía cuando Dupont paro el coche. Allá en lo alto del cielo, sobre un sol descolorido se cernía un pájaro negro solitario dando vueltas sobre un mismo punto. Edgar se restrego los ojos y de forma perezosa se estiro sus vestimentas, finalmente como yo descendió del coche. El viento era cada vez mas fresco y en aquel momento soplaba con fuertes rachas de manera caprichosa parecía que sonaban como las salvas de  grandes cañones. Curiosos y muertos de frió observamos a donde nos había traído el destino. Un lugar en tierra de nadie donde la maleza y el abandono campaban a sus anchas. Enfrente de nosotros un destartalado y roñoso cartel anunciaba una obra magnifica de casas en un sitio privilegiado al menos lo era hace 30 años. Ahora era una ruina y un sueño olvidado. En ese pedregal y casi escondido tras el olvidado anuncio se erigía una vieja casa que intentaba sin conseguirlo mantener la dignidad perdida. Parecía de lejos una musgosa roca vista a través de una pantalla de arboles llenos de hojas y vegetación descontrolada. Escondida la roja fachada, descolorida por el tiempo intentaba llamar nuestra atención dando una nota de color cálido y brillante en medio de manchas de césped, parterres y abetos. El empedrado patio que mas parecía un ciénagal y a su lado un muro a medio construir.



-¿Pero esto que es? Esto es una urbanización en mitad de la nada. Una casa en medio de un desierto sin vida ni gente. ¿Donde nos has traído?-proteste.


Desconcertados fuimos andando mientras para reprimir nuestra ira íbamos dando patadas a las piedras que aparecían en  nuestro camino como si fuesen culpables de nuestra mala suerte.


Tras andar varios metros nos detuvimos en la vieja casa . La típica edificación de aquella época actualmente desfasada y pasada de moda. Tenia tres pisos y tenia tres partes bien diferencias en la parte izquierda la primera planta tenia un mirador  acristalado que sustentaba otro mas pequeño en la segunda planta  para acabar remachado en la tercera una pequeña terraza al aire libre para pasar las noches de verano soportado por pequeñas columnas inspiradas en el arte antiguo. En el centro la entrada grande soportada por dos recias columnas que aguantaban el segundo y tercer piso ambos con grandes ventanales y remachado por una buhardilla que sobresalia por encima del tejado. La parte que estaba al lado del muro
también tenia un mirador y en la parte superior dos plantas con sus correspondientes ventanales y todas con viejas y desgastadas cortinas. En el lateral otra entrada con otro elegante cenador cerrado.


-Este sera vuestro nuevo hogar.-dijo con todo el animo que pudo.

Si vio nuestras muestras de desprecio no lo pareció.

-Y ahora vayamos a lo importante.-dijo de nuevo.


Para nuestra sorpresa se dirigió al inacabado muro y no hacia la casa. Pensábamos que algo le había afectado cuando empezó a tocar los desgastados ladrillos de esa pared.

-¿Donde estas? ¿donde estas?-decía mientras tocaba nervioso los ladrillos.

Edgar y yo nos miramos confundidos.

-¿Que le pasa?-dije contrariado.

Edgar me miro y hizo la señal de que estaba loco mientras con un dedo giraba alrededor de su sien, cruzaba los ojos y sacaba la lengua.
-El sol y el viaje han acabado con su cerebro.-dijo Edgar de forma ceremonial y funesta mientras entrecruzaba los dedos y miraba hacia abajo enfatizando sus palabras como si hubiese tenido una gran perdida.

-¡Por fin!-dijo exultante.-Siempre me pasa lo mismo.

Dupont extrajo un trozo del muro y detrás suyo una manivela descansaba en su interior. Empujo la manivela hacia atrás y un ruido sordo sonó mientras parte del muro se metía hacia adentro. Sin esfuerzo desplazo la puerta camuflada hacia un lateral mostrando una oscura entrada.

Orgulloso se giro hacia nosotros.

-Señores aquí tienen uno de los mejores trabajos realizados por los muchachos del departamento.

Nosotros con los ojos bien abiertos no dábamos crédito a lo que veíamos. La casa y el muro eran un engaño para aquellos que no supiesen lo que están buscando.

Entramos aun sorprendidos cuando el agente cerro la puerta. Dentro se agradecía el cambio de temperatura. Hacia calor pero no demasiado.

Nuestros cuerpos recibieron este cambio con gratitud.

Seguimos andando por un iluminado pasillo hasta llegar a un ascensor.

-Bien, os aviso. Desde aquí se puede acceder a la casa pero por motivos de seguridad la puertas y ventanas están cerradas para evitar miradas curiosas. Vereis que delante de las ventanas hay unos paneles. Allí se han colocado unas pantallas negras para que nadie puede mirar el interior de la casa y de la sensación de abandono.

Tras apretar el botón iluminado y esperar unos segundos la puerta del elevador se abrió.

-Hay tres botones. Uno para salir por aquí. El segundo piso da acceso a la casa y...

-¿El tercero?.-dijo Edgar curioso adelantandose a mi pregunta.

-Ese es el mejor.-respondió Dupont guiñandonos un ojo y con cara de travieso.


Descendimos hasta la planta inferior y allí nos espera un comité de bienvenida.

-Ahora estamos en el corazón de Arcadia, el sanctasanctórum de nuestra división. Y estos son el mejor equipo y quienes se encargan de que todo funcione.

Un largo y iluminado pasillo excavado en la piedra daba a diversas habitaciones de misterioso uso. Ante nosotros un joven pecoso de pelo revuelto y mirada aguda.  Su rostro tenia un aire infantil, entre sus manos para nuestra sorpresa guardaba el cilindro hallado en la catedral.

-Este es y que no os engañe su aspecto, el teniente Stephen Hawk. Según creemos ha descubierto una loción de la eterna juventud y por eso presenta esa imagen de pubertad.

-No os dejéis engañar por el mayor. Me pagan tan poco que el resto me lo dan en halagos y lisonjas.

Edgar y no nos sorprendimos ante el grado del señor Dupont. Tras nuestra sorpresa hicimos las presentaciones de rigor al muchacho.

-Por cierto.-dijo el científico mostrando nuestro hallazgo y nos guiñaba un ojo.-Esto es muy interesante y creo que voy a ponerme ya mismo a saber que secretos esconde. En cuanto tenga algo os informo. Además  hemos conseguido los permisos para que nos traigan el sarcófago de la iglesia. Tengo muchas ganas de examinar ese extraño ser.

-Estupendo, desde luego cuando tienes un misterio entre manos eres implacable.

-En mis tiempos eso seria mala educación, mayor.-dijo un hombre de mediana edad que estaba a su lado.


Dicho hombre era un tipo estirado y con un fino bigote. Una mirada escrutadora. Casi calvo tenia cuatro pelillos peinados con gomina. Vestido con un uniforme de mayordomo en su pecho lucia orgulloso una condecoración.

-Este tipo tan alegre y simpático es Bautista.

Al oír el comentario hizo un mohín de desprecio y nos miro como si fuésemos dos cobayas invadiendo su territorio.

-Perdone la observación. Pero están sucios y desastrados. Antes de comer les vendría bien una limpieza.

-Por supuesto, Bautista. Por supuesto. Si no te importa podrías recoger sus maletas y llevarlas a sus habitaciones

-Ya lo he hecho, mayor. Y como vera le he traído al descarado pecoso y ese ridículo artefacto. Y no solo eso he aparcado en coche en el su lugar de camuflaje

-No se como lo haces, Bautista. Pero como siempre tan eficiente.

-Es mi trabajo, señor. Es una entretenida charla pero si me disculpa otros quehaceres reclaman mi atención.-Bautista lo dijo con tal pasión como si estuviese leyendo la lista de la compra.

-Si claro, claro. Marche y gracias por todo.

-Señor. A las 2:00 es la comida es espera con la puntualidad que es habitual. Y esto va por todos y en perfecto estado de revista.-mientras acaba la frase sus ojos nos miraban dando por sentado que el mensaje iba para nosotros.

-No se preocupe yo les mostrare sus habitaciones.

Una vez hubo marchado Bautista fuimos al laboratorio.

-Perdonarles es un gran trabajador y eficaz. Pero a veces se extralimita en su trabajo.-nos comento Dupont quitando hierro a los comentarios de Bautista.


Dos enormes puertas metálicas daban acceso al lugar donde Stephen trabajaba. Tras un ruido se abrieron las puertas y nos descubrió una gran sala llena de tubos de ensayo, matraces. Mesas llenas de mil y un aparatos y armarios metálicos con  instrumental de las mas diversas formas para todo tipo de trabajos.

-Bienvenidos a mi humilde morada.-dijo jovialmente

-Solo le falta traerse el colchón y dormir aquí.-apunto Dupont divertido.

-Este cilindro es fascinante.

-¿No se puede abrir con algún estilete o cuchillo?.-pregunte preocupado.

-No creo. Así solo conseguiríamos destrozar o el arma o el cilindro o ambas cosas. Esto tiene una forma de abrirse y solo la correcta descubrirá sus secretos.

Nos mostró el fondo del cilindro.

-Esto es lo que lo abre algún tipo de joya. Por suerte podemos sacar un molde con un poco de resina y cuando se endurezca mediante vació hacer una replica en metal. No es difícil aquí tengo todo lo necesario.

-Esto me huele a que comes aquí.-aseguro el mayor.

-Sip.

-Bien, tu mismo. Pero ya conoces a Bautista y seguro que no le gusta que te ausentes de nuevo.

-Alguien se tiene que sacrificar por la ciencia.-rió divertido

-Sip, espero que valga la pena. Te dejamos con tu juguete. Avisame si tienes noticias.

-De acuerdo. Pero...-dijo dubitativo.

Dupont lo miro expectante.

-Si descubro algo no voy a ir al comedor. Sea lo que sea sera después de comer.

Dupont elevo las manos al cielo en señal de resignación.

-Bien, bien. Yo tengo que cuidar de estos cachorros. Es hora de prepararos para ser unos dignos componentes de Arcadia.


Mientras nos alejábamos a nuestras habitaciones. Stephen se quedo estudiando el extraño cilindro y pensando el procedimiento a seguir para conseguir su abertura. Pasaron las horas mientras el joven investigador preparo una resina para conseguir un molde del hueco del cilindro. Una vez conseguido hizo un vaciado del molde, fabrico una replica hecha de metal fundido de la pieza que abría la misteriosa pieza. Nervioso tomo entre sus manos el producto de su obra y decidido inserto su creación en el hueco. Un sonido metálico y un humo blanco y frió aviso de la abertura.


Ante èl se hallaba uno de los mayores misterios de la humanidad y por fin lo había abierto.


Con cautela observo el interior del receptaculo. Sus ojos se engrandecieron ante lo que veía.


-Esto es increíble...

Continuara...