domingo, 15 de noviembre de 2015

Capitulo 2. 7 " Hostiles"


Tras varias horas de carretera nuestro conductor decidió que era una buena hora para un contundente desayuno. Nos acercamos al aparcamiento donde se juntaban varios vehículos. En su mayoría trabajadores que iban a empezar su turno o que lo acaban. Shelley's Road Bar era el típico sitio de horrorosa construcción metálica y letras de neón brillantes. Antes de entrar una enorme cartelón con una sonriente camarera nos incitaba a probar sus apetecible menú. El día empezaba  fresco. Los comensales nos observaban curiosos a través de las cristaleras mientras daban cuenta de su sugerente desayuno.


-Bueno, chicos. Hora del desayuno.-dijo Dupont como si acabara de levantarse. Mientras nosotros arrastrábamos nuestros cuerpos agotados y salíamos estirándonos y bostezando ruidosamente. La virtud de la educación y las buenas maneras no estaba presente en ese momento. Me sorprendía que siempre estaba fresco y en alerta.

A medida que nos acercábamos a la entrada observaba minuciosamente los vehículos aparcados.

Me miro y sonrió.

-Una manía que tengo. Lo miro todo y lo analizo todo. Siempre en alerta.


Entramos y un rico olor a café recién hecho y bollos lleno el ambiente. Personas de edad madura, con ropa arrugada y sin afeitar. Ojos somnolientos se mezclaban con aromas de perfumes baratos y caras recién lavadas. Un murmullo flotaba y conversaciones a media voz. Las camareras con su uniforme blanco su cofia, libreta y lápiz volaban entre nosotros como si se hubieran metido café en vena. Peticiones y asentimientos se juntaban con alguna risa dispersa en la  larga barra donde se apoyaban los clientes dando cuenta de sus almuerzos.

Cómodos sofás rojos pero de un color apagado por el uso y por el tiempo se juntaban en una mesita que disponía  la carta para que pudiésemos elegir lo que nos apeteciese.



-Chicos, sentaros allí y sobre todo siempre mirando de cara a la puerta.

Sumisos obedecimos y dejamos caer nuestros cuerpos. Dupont se puso en contra de la puerta pero fiel a su trabajo observando todo lo que pasaba a través de los espejos diseminados por el local.


Una madura y experta mujer vino cargada con su libreta dispuesta a satisfacer nuestros exhaustos estómagos.


-¿Que va ser?.-dijo con voz marcial.

Pedidos de cafés, bollos, tortitas y zumos fueron cayendo a la misma velocidad que eran apuntados. Mientras veíamos hambrientos como el cocinero iba desfilando en la plancha los apetecibles alimentos que esperábamos con ansia.

No fue muy larga la espera y nos lanzamos con fruición sobre nuestros pedidos. Ahora veíamos la vida de otra manera con el estomago lleno nuestra cabeza empezaba a funcionar.

En esta estábamos cuando vimos como nuestro agente se estiro y empezó a mirar interesado por el espejo la entrada de dos hombres. No giro la cabeza para no llamar su atención.


-Disimular, creo que tenemos visita.-dijo de manera grave.

Creo que consiguió el efecto contrario. Mis manos empezaron a sudar y mi vista se clavo en los recién llegados eran como dos bailarinas en medio de la sala del dentista. Imposible que pasasen desapercibidos.


Los tipos miraban de forma desconfiada a todos los presentes, sus andares chulescos y las muescas de desprecio que hacían mientras pasaban ante cada parroquiano daban muestras a las claras que no eran del lugar y menos habituales. Los movimientos de los palillos en las bocas de algunos denotaban curiosidad y nerviosismo. No tardaron mucho en llegar a nuestro sitio. Uno de ellos se sentó al lado de Dupont y el otro a nuestro lado. No se dio cuenta que tres en el mismo sitio era demasiado y se acomodo mientras nosotros nos juntábamos mas para que cupiese.

Eran de esos tipos que no te apetecía encontrarte en una calle desierta por la noche ni tampoco a plena luz del día en una plaza llena de gente. Eran malolientes y malcarados. Esas personas que no tienen nada que perder y saben que es estar al margen de la ley, es su modo de vida. Se arremangaron un poco pero lo suficiente para ver un pequeño tatuaje, una especie de sello egipcio con un grupo de chacales dentro de una circulo

A las claras querían dar a entender sus intenciones.

-Bueno, bueno por fin nos encontramos.-dijo uno de ellos mascando las palabras.

-¿Sois chacales?.-pregunte nervioso. El otro tipo se me quedo mirando y puso cara de que tipo de pregunta es esa, no es evidente. Y no dijo nada.

-Siento que hayas venido de tan lejos para nada.

-¿Que tonterías estas diciendo?

-Bueno, vamos a salir tranquilamente todos y luego cada uno se ira por su camino.

-Creo que no entiendes....-dijo uno de ellos como dando a entender quien era el que mandaba.

-Tu no entiendes, en estos momentos mi amiga Sombra esta apuntando al higado de tu amigo y mi Colt a tu virilidad.

Su compinche de repente se puso muy tieso y nervioso, Dupont esta presentando su daga, para que viese que no iba de farol. Al momento se oyó un clic muy significativo. El que había hablado se puso tenso.

-Esto no quedara así. Has ganado una batalla pero quedan muchas guerras.

-Chicos levantaros e ir hacia el coche.

-¿Y tu que harás?-pregunto Poe nervioso.

-Voy a hacer compañía a estos señores y ahora salgo.


Salimos rápidamente y vimos como Dupont se aseguraba de que salíamos de allí mientras retenía la amenaza.


Chevalier se dirigió a los dos sicarios.

-Ahora voy a salir por esa puerta y vosotros os quedáis. Y por las molestias causadas vais a pagarnos la cuenta.


Los chacales pusieron cara de sorpresa e indignación mientras Dupont se alejaba y se despedía agitando su mano.

-Gracias por todo, amigos. Mis colegas han tenido el detalle de invitarnos, ellos pagaran la cuenta.

Una de las camareras sonrió y le devolvió el saludo mientras no perdía ojo a los dos tipos que estaban sentados.


Una vez hubo marchado el agente, ambos intentaron abandonar el local.

-¡Eh, Mary! Estos listillos quieren marcharse sin pagar la cuenta.-grito una voz.


Todos los clientes como uno solo se levantaron y acorralaron a los matones. Y poniéndose con los brazos cruzados crearon una muralla humana imposible de pasar. Intentar sacar sus armas viendo las caras amenazantes hubiera sido su ultimo acto. Una envalentonada y gruesa camarera con cara de pocos amigos les ordeno:

-Y ahora pagad o fregar platos hasta la semana que viene.


Mientras esto sucedía dentro Dupont salio corriendo y se metió dentro del coche.

-Ahora vámonos.

-¿Como ha ido?.-dije preocupado mientras Poe nos miraba ansiosamente.

-No tenemos mucho tiempo antes de que salgan.

Con un aceleron salimos a la carretera con la esperanza de poner tierra de por medio y desaparecer. Pero fue una vana ilusión.

A los pocos minutos un sospechoso coche negro se puso detrás nuestro.

Dupont se aparto del carril mas lento al centro, pero el conductor del coche negro cambio de carril con èl y se pego a su parachoques. Dupont volvió a poner el intermitente y se metió en el de la derecha. Sin embargo, el otro conductor no se despego, Dupont toco el claxon, apremiando al otro a que lo adelantara pero consiguió el efecto contrario porque al instante noto como el otro coche establecía contacto con su parachoques. Chevalier pego otro bocinazo. El coche negro lo golpeo por detrás. Dupont miro por el retrovisor y luego volvió la vista al frente. Si quería escapar, tendría que salir en el siguiente desvió.


-Pensaba que los habíamos burlado.-comente preocupado.

-Los chacales van en manada. Los otros eran una avanzadilla.-me contesto tenso.

-¿Cuantos crees que habrá?

-No lo se y dudo que lleguemos a descubrirlo. Debemos tener los ojos bien abiertos.

Dupont tomo la curva bruscamente y freno. Era una carretera de un solo carril. Seguiría por allí y luego volvería a la autopista. Pero la negra forma amenazante se fue agrandando por el retrovisor. Sabia que volvería a la carga. El agente mantuvo la calma. Quería pensar que era una equivocacion quizás un coche oficial que intentaba que se detuviera.

El arcén no existía, solo gravilla y piedras a un lado de la carretera y un precipicio al otro lado. Aminoro la marcha pero su perseguidor no capto el mensaje porque acelero y lo golpeo con fuerza haciendo que el coche perdiese el control durante un momento y que los neumáticos pisasen la grava al borde de la carretera. Volvió al asfalto y el otro coche lo embistió de nuevo. Un poco mas adelante la carretera giraba en una horquilla. Dupont se dio cuenta de que necesitaba espacio para tomar una curva tan cerrada. Intento detenerse y volvió a recibir una embestida.


Acelero justo antes del giro cogiendo demasiada velocidad y sintió el empuje de su perseguidor. Las ruedas derechos rozaron el vació. Giro el volante desesperadamente para devolver el coche a la carretera. Lo hizo de tal manera que se encontró con el coche negro de frente y le dio tal golpe que lo saco de la carretera. El otro vehículo sintió la ingravidez mientras caía gracilmente por el borde del precipio. Pasaron varios segundos antes de que se golpease con los primeros peñascos.


Dupont paro y salio para ver el espectáculo. En el fondo un amasijo de hierro negro ardía soltando una densa humareda. Sin supervivientes. Después volvió al coche.

-No hay nada que hacer. Es hora de seguir nuestro camino. Solo en la base estaremos seguros.-se lamento.

Puse la mano en su hombro.

-Fue inevitable. Eramos ellos o nosotros.-le dije intentando animarlo.

-Descansar si podéis queda un largo camino.

Así termino la conversación. Se cerro en si mismo y tomo el camino para volver a la autopista. No abrió la boca durante el resto del trayecto. Dupont sabia que esto solo era el principio.


Continuara...