domingo, 6 de diciembre de 2015

Capitulo 2.8 "Arcadia"

Ya casi era mediodía cuando Dupont paro el coche. Allá en lo alto del cielo, sobre un sol descolorido se cernía un pájaro negro solitario dando vueltas sobre un mismo punto. Edgar se restrego los ojos y de forma perezosa se estiro sus vestimentas, finalmente como yo descendió del coche. El viento era cada vez mas fresco y en aquel momento soplaba con fuertes rachas de manera caprichosa parecía que sonaban como las salvas de  grandes cañones. Curiosos y muertos de frió observamos a donde nos había traído el destino. Un lugar en tierra de nadie donde la maleza y el abandono campaban a sus anchas. Enfrente de nosotros un destartalado y roñoso cartel anunciaba una obra magnifica de casas en un sitio privilegiado al menos lo era hace 30 años. Ahora era una ruina y un sueño olvidado. En ese pedregal y casi escondido tras el olvidado anuncio se erigía una vieja casa que intentaba sin conseguirlo mantener la dignidad perdida. Parecía de lejos una musgosa roca vista a través de una pantalla de arboles llenos de hojas y vegetación descontrolada. Escondida la roja fachada, descolorida por el tiempo intentaba llamar nuestra atención dando una nota de color cálido y brillante en medio de manchas de césped, parterres y abetos. El empedrado patio que mas parecía un ciénagal y a su lado un muro a medio construir.



-¿Pero esto que es? Esto es una urbanización en mitad de la nada. Una casa en medio de un desierto sin vida ni gente. ¿Donde nos has traído?-proteste.


Desconcertados fuimos andando mientras para reprimir nuestra ira íbamos dando patadas a las piedras que aparecían en  nuestro camino como si fuesen culpables de nuestra mala suerte.


Tras andar varios metros nos detuvimos en la vieja casa . La típica edificación de aquella época actualmente desfasada y pasada de moda. Tenia tres pisos y tenia tres partes bien diferencias en la parte izquierda la primera planta tenia un mirador  acristalado que sustentaba otro mas pequeño en la segunda planta  para acabar remachado en la tercera una pequeña terraza al aire libre para pasar las noches de verano soportado por pequeñas columnas inspiradas en el arte antiguo. En el centro la entrada grande soportada por dos recias columnas que aguantaban el segundo y tercer piso ambos con grandes ventanales y remachado por una buhardilla que sobresalia por encima del tejado. La parte que estaba al lado del muro
también tenia un mirador y en la parte superior dos plantas con sus correspondientes ventanales y todas con viejas y desgastadas cortinas. En el lateral otra entrada con otro elegante cenador cerrado.


-Este sera vuestro nuevo hogar.-dijo con todo el animo que pudo.

Si vio nuestras muestras de desprecio no lo pareció.

-Y ahora vayamos a lo importante.-dijo de nuevo.


Para nuestra sorpresa se dirigió al inacabado muro y no hacia la casa. Pensábamos que algo le había afectado cuando empezó a tocar los desgastados ladrillos de esa pared.

-¿Donde estas? ¿donde estas?-decía mientras tocaba nervioso los ladrillos.

Edgar y yo nos miramos confundidos.

-¿Que le pasa?-dije contrariado.

Edgar me miro y hizo la señal de que estaba loco mientras con un dedo giraba alrededor de su sien, cruzaba los ojos y sacaba la lengua.
-El sol y el viaje han acabado con su cerebro.-dijo Edgar de forma ceremonial y funesta mientras entrecruzaba los dedos y miraba hacia abajo enfatizando sus palabras como si hubiese tenido una gran perdida.

-¡Por fin!-dijo exultante.-Siempre me pasa lo mismo.

Dupont extrajo un trozo del muro y detrás suyo una manivela descansaba en su interior. Empujo la manivela hacia atrás y un ruido sordo sonó mientras parte del muro se metía hacia adentro. Sin esfuerzo desplazo la puerta camuflada hacia un lateral mostrando una oscura entrada.

Orgulloso se giro hacia nosotros.

-Señores aquí tienen uno de los mejores trabajos realizados por los muchachos del departamento.

Nosotros con los ojos bien abiertos no dábamos crédito a lo que veíamos. La casa y el muro eran un engaño para aquellos que no supiesen lo que están buscando.

Entramos aun sorprendidos cuando el agente cerro la puerta. Dentro se agradecía el cambio de temperatura. Hacia calor pero no demasiado.

Nuestros cuerpos recibieron este cambio con gratitud.

Seguimos andando por un iluminado pasillo hasta llegar a un ascensor.

-Bien, os aviso. Desde aquí se puede acceder a la casa pero por motivos de seguridad la puertas y ventanas están cerradas para evitar miradas curiosas. Vereis que delante de las ventanas hay unos paneles. Allí se han colocado unas pantallas negras para que nadie puede mirar el interior de la casa y de la sensación de abandono.

Tras apretar el botón iluminado y esperar unos segundos la puerta del elevador se abrió.

-Hay tres botones. Uno para salir por aquí. El segundo piso da acceso a la casa y...

-¿El tercero?.-dijo Edgar curioso adelantandose a mi pregunta.

-Ese es el mejor.-respondió Dupont guiñandonos un ojo y con cara de travieso.


Descendimos hasta la planta inferior y allí nos espera un comité de bienvenida.

-Ahora estamos en el corazón de Arcadia, el sanctasanctórum de nuestra división. Y estos son el mejor equipo y quienes se encargan de que todo funcione.

Un largo y iluminado pasillo excavado en la piedra daba a diversas habitaciones de misterioso uso. Ante nosotros un joven pecoso de pelo revuelto y mirada aguda.  Su rostro tenia un aire infantil, entre sus manos para nuestra sorpresa guardaba el cilindro hallado en la catedral.

-Este es y que no os engañe su aspecto, el teniente Stephen Hawk. Según creemos ha descubierto una loción de la eterna juventud y por eso presenta esa imagen de pubertad.

-No os dejéis engañar por el mayor. Me pagan tan poco que el resto me lo dan en halagos y lisonjas.

Edgar y no nos sorprendimos ante el grado del señor Dupont. Tras nuestra sorpresa hicimos las presentaciones de rigor al muchacho.

-Por cierto.-dijo el científico mostrando nuestro hallazgo y nos guiñaba un ojo.-Esto es muy interesante y creo que voy a ponerme ya mismo a saber que secretos esconde. En cuanto tenga algo os informo. Además  hemos conseguido los permisos para que nos traigan el sarcófago de la iglesia. Tengo muchas ganas de examinar ese extraño ser.

-Estupendo, desde luego cuando tienes un misterio entre manos eres implacable.

-En mis tiempos eso seria mala educación, mayor.-dijo un hombre de mediana edad que estaba a su lado.


Dicho hombre era un tipo estirado y con un fino bigote. Una mirada escrutadora. Casi calvo tenia cuatro pelillos peinados con gomina. Vestido con un uniforme de mayordomo en su pecho lucia orgulloso una condecoración.

-Este tipo tan alegre y simpático es Bautista.

Al oír el comentario hizo un mohín de desprecio y nos miro como si fuésemos dos cobayas invadiendo su territorio.

-Perdone la observación. Pero están sucios y desastrados. Antes de comer les vendría bien una limpieza.

-Por supuesto, Bautista. Por supuesto. Si no te importa podrías recoger sus maletas y llevarlas a sus habitaciones

-Ya lo he hecho, mayor. Y como vera le he traído al descarado pecoso y ese ridículo artefacto. Y no solo eso he aparcado en coche en el su lugar de camuflaje

-No se como lo haces, Bautista. Pero como siempre tan eficiente.

-Es mi trabajo, señor. Es una entretenida charla pero si me disculpa otros quehaceres reclaman mi atención.-Bautista lo dijo con tal pasión como si estuviese leyendo la lista de la compra.

-Si claro, claro. Marche y gracias por todo.

-Señor. A las 2:00 es la comida es espera con la puntualidad que es habitual. Y esto va por todos y en perfecto estado de revista.-mientras acaba la frase sus ojos nos miraban dando por sentado que el mensaje iba para nosotros.

-No se preocupe yo les mostrare sus habitaciones.

Una vez hubo marchado Bautista fuimos al laboratorio.

-Perdonarles es un gran trabajador y eficaz. Pero a veces se extralimita en su trabajo.-nos comento Dupont quitando hierro a los comentarios de Bautista.


Dos enormes puertas metálicas daban acceso al lugar donde Stephen trabajaba. Tras un ruido se abrieron las puertas y nos descubrió una gran sala llena de tubos de ensayo, matraces. Mesas llenas de mil y un aparatos y armarios metálicos con  instrumental de las mas diversas formas para todo tipo de trabajos.

-Bienvenidos a mi humilde morada.-dijo jovialmente

-Solo le falta traerse el colchón y dormir aquí.-apunto Dupont divertido.

-Este cilindro es fascinante.

-¿No se puede abrir con algún estilete o cuchillo?.-pregunte preocupado.

-No creo. Así solo conseguiríamos destrozar o el arma o el cilindro o ambas cosas. Esto tiene una forma de abrirse y solo la correcta descubrirá sus secretos.

Nos mostró el fondo del cilindro.

-Esto es lo que lo abre algún tipo de joya. Por suerte podemos sacar un molde con un poco de resina y cuando se endurezca mediante vació hacer una replica en metal. No es difícil aquí tengo todo lo necesario.

-Esto me huele a que comes aquí.-aseguro el mayor.

-Sip.

-Bien, tu mismo. Pero ya conoces a Bautista y seguro que no le gusta que te ausentes de nuevo.

-Alguien se tiene que sacrificar por la ciencia.-rió divertido

-Sip, espero que valga la pena. Te dejamos con tu juguete. Avisame si tienes noticias.

-De acuerdo. Pero...-dijo dubitativo.

Dupont lo miro expectante.

-Si descubro algo no voy a ir al comedor. Sea lo que sea sera después de comer.

Dupont elevo las manos al cielo en señal de resignación.

-Bien, bien. Yo tengo que cuidar de estos cachorros. Es hora de prepararos para ser unos dignos componentes de Arcadia.


Mientras nos alejábamos a nuestras habitaciones. Stephen se quedo estudiando el extraño cilindro y pensando el procedimiento a seguir para conseguir su abertura. Pasaron las horas mientras el joven investigador preparo una resina para conseguir un molde del hueco del cilindro. Una vez conseguido hizo un vaciado del molde, fabrico una replica hecha de metal fundido de la pieza que abría la misteriosa pieza. Nervioso tomo entre sus manos el producto de su obra y decidido inserto su creación en el hueco. Un sonido metálico y un humo blanco y frió aviso de la abertura.


Ante èl se hallaba uno de los mayores misterios de la humanidad y por fin lo había abierto.


Con cautela observo el interior del receptaculo. Sus ojos se engrandecieron ante lo que veía.


-Esto es increíble...

Continuara...