domingo, 28 de febrero de 2016

Capitulo 2.12 "Bienvenidos a Jharkam"

Bajamos de la barcaza con muchas ganas de alejarnos de esos dos indeseables que nos habían traído. A pesar de todo podíamos sentir su mirada controladora sobre nosotros como si nos quisieran tener controlados a cada momento. Nada mas pisar tierra firme unos nubarrones empezaron a formarse y al instante una lluvia fina pero persistente empezó a calarnos. Aceleramos el paso hasta que nos encontramos delante del manicomio.

Era una empalizada solida. Los postes que la sostenian eran gruesos y afirmados en bases de cemento. Esto solo lo podría derribar un ejercito de tanques. Estaba conectada a un generador aunque no deseaba saber a que voltaje estaría la valla que protegía el perímetro.


Sam Fawkes era uno de los guardias de la garita. Salio al encuentro, mientras su compañero no nos quitaba ojo. Su rostro se debatía entre la curiosidad y la cautela. Sabían que nadie se dejaba caer por este lugar a menos que fuese un asunto de gran relevancia. Después de los pertinentes saludos todos cruzamos la puerta mientras el sonido de una bocina anunciaba la apertura y cierra de la valla. Sam tranquilizo al otro guarda con un gesto y se ofreció a ser nuestro guia.

-Supongo que son los que vienen a llevarse al pacientede la  211.

-Georg Danfhord.

-Si, aunque lamentablemente se lleven su cuerpo.-hizo una pausa para tomar aire con gravedad.- Su mente esta muy lejos de aquí. Anclada en un lugar que ha creado su cabeza para bloquear algún tipo de trauma.


Entraron en el recinto, un lugar aséptico y triste de colores apagados y muebles viejos. Sam saludo a varios médicos que nos miraban con interés. A veces algunos internos dóciles se paseaban sin rumbo y con la mirada perdida. Gritos y chillidos eran una cacofonía habitual y estremecedora para nosotros mientras que para los residentes era algo normal de este lugar como las celdas o los encerrados.

-Los agentes del barco que nos ha traído, ¿son los habituales?.

-No, no lo son.

-Hmm...

-Aunque debo decirle que aquí los agentes duran poco. Este lugar no es muy agradable y al final las caras nuevas se convierten en una constante.

-Entiendo. Por cierto veo que han acertado con su talla.

-¿Sobre que?

-Nada. No me haga caso, son cosas mías.

-Aparte de esa condenado cascaron en el que hemos venido. ¿Existe alguna manera de entrar o salir de la isla?

-Aparte de nadando.-contesto de forma irónica Sam.

-Si, aparte de nadando. Si sucediese alguna emergencia.

-Seria avisar por radio que viniese otra barcaza. Pero solo si la climatología lo permite. Amigo, con este tiempo es una temeridad. Si aquí pasa algo, estamos solos.

Dupont miro preocupado a Sam. Tenia razón estaban solos.


-Bien, señores. Hemos terminado la visita para el publico. A partir de ahora vamos a la zona privadas, de acceso restringido.

Sam nos llevo a través de un largo pasillo donde a pesar de todo se respiraba cierto aire de normalidad. Guardas y pacientes sumisos.

Allí quedaban los condenados en vida que tenían una existencia corriente. Ahora íbamos a conocer a los olvidados, aquellos sin voz y relegados al triste silencio.

Quedamos todos parados delante de un ascensor que no tenia botón pero si una cerradura.

Sam saco una cadena de su bolsillo que estaba enganchada a su cinturón. Nos mostró una llave dorada.

-Señores, esta es la llave del inframundo. El lugar donde están recluidos los peores demonios con sus recipientes humanos.

Un ruido mecánico nos aviso, el ascensor se acercaba. Pesarosos entramos al interior y por ultimo Sam que miro atentamente el panel con varias cerraduras y su numero de piso. Todos estaban debajo tierra. El guardia eligió el nivel mas profundo. Estaba claro que allí nunca llegaba la luz de sol pensaba que diferencia habría entre el primer nivel subterráneo y el ultimo. Creo que ninguna. El día y la noche no existen, el tiempo es eterno sin horas, días o meses. Desde luego eso debía ser el infierno. Una vía directa a la locura.


Llegamos a la planta mas baja del complejo y salimos del ascensor. Un estremecedor silencio rodeo mi cuerpo. Solo el zumbido de las bombillas y la respiración de los que restábamos rompían la monotonía.

Otro guarda sentado en una silla con el forro de cuero desgastado y descolorido hizo ademán de levantarse de la vieja mesa. Dejo una revista pasada de fecha. Pero Sam alzo su mano para que se quedase en su sitio.

-Tranquilo, Diego. Es una visita de rutina. No pasa nada. Pasame la llave de la 211.

El hombre miro con cara de sorpresa a su compañero que asentía con la cabeza. Abrió un cajón y saco una caja metálica de seguridad. Tras la apertura, quedo un instante mirando el interior donde varias llaves numeradas permanecían guardadas hasta que  encontro la que buscaba. La tomo y se la dio a su compañero. Después cerro y volvió a depositarla en el cajón. Finalmente el aludido volvió a descargar pesadamente su cuerpo sobre la silla y se meció en su lectura como si no estuviésemos.


Tras atravesar otra puerta de seguridad. Fuimos dejando atrás celdas numeradas y anónimas con sus moradores imbuidos en sus demencias. Personas aletargadas para siempre en esos cubos cerrados. Solo la muerte les daría la libertad.

-¿Aqui es?-dijo el guarda de forma solemne.

Conteniendo la emoción nos quedamos todos detrás suyo como si cuando abriese la puerta fuera a salir un demonio con ganas de comernos.


El chirrido nos volvió a la realidad.

No creo en las casualidades pero a veces, solo algunas veces las conexiones predestinadas son un camino de un solo sentido. Si esperaba encontrarla no la halle en el sentido literal de la palabra. En su lugar se me apareció un mundo críptico de mensajes e información condensada en abigarradas pinturas.

Nada mas traspasar el umbral supe que aquello era algo grande, muy grande y que nos superaba. Los signos que descubrimos en el extraño pergamino estaban allí conviviendo con dibujos de desconocidos seres salidos de un mente retorcida y enfermiza. Seres inimaginables luchando entre si como enormes pulpos y extraños dinosaurios que parecían venidos de otra dimensión. Median seis pies de longitud, y tres pies y cinco décimos de diámetro central y disminuya hasta un pie en cada extremo. Como un barril con cinco camellones en lugar de duelas. Roturas laterales, como tallos a mitad de los camellones. En los surcos llamativas excrecencias: crestas o alas que se desplegaban como abanicos. A su lado pequeñas figuras que para nada se asemejaban a los humanos. Tenían la apariencia de una masa de protoplasma, similar a una ameba, con ojos y burbujas creándose y desapareciendo en su superficie. Aparentaban un tamaño de 5 m de radio, y poseen una gran fuerza y resistencia. Estos al principio estaban sometidos pero luego mataban a las bestias que estaban retratadas en orgías de sangre. No faltaban otros, pero sus cabezas de pez, con unos grandes ojos sin párpados. Además de agallas en torno al cuello y manos palmeadas que forman zarpas de color gris verdoso, con el vientre blanquecino y la mayoría tenia piel resbaladiza y su espalda jorobada  cubierta de escamas. Por todos lados acompañaban escrituras y runas de un significado ajeno a cualquier historiador.

-¡Ese hombre esta loco!.-grito Edgar asombrado.

Edgar tenia la peculiaridad de resaltar lo obvio como si un hecho extraordinario.

A pesar de nuestras miradas reprobadoras siguió señalando al bulto que se hallaba al fondo de la celda.

Yo ni siquiera me hubiese dado cuenta sino fuera porque una camisa de fuerza sucia y gastada se erigía como señal de que allí existía vida. Encogido sobre si mismo y de espaldas, una persona permanecía ajena comportandose como si nosotros no estuviésemos. Sobresalida una cabeza con el pelo largo y sucio. El estado de abandono era evidente. Lentamente nos fuimos acercando y poco a poco empezamos a oír una voz hablando para si mismo en un extraño idioma.

- Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn.

De pronto callaba y continuaba con su charla

-Shogguts mglw wgah´


Sam se acerco lentamente al profesor.

-¿George?.-mientras le hablaba le tocaba suavemente el hombro.- Tienes visita.


El aludido giro su cabeza.Un hombre con un barba larga y descuidada. En su rostro se marcaba el temor y la incertidumbre como si no supiese bien donde se hallaba. Las arrugas profundas y marcadas habían borrado cualquier atisbo de intelecto. Una mirada vacía y unos ojos vidriosos nos observaban mas sorprendido que asustado. Nos miraba uno a uno intentado  encajar quienes eramos y que hacíamos allí.


-Han venido a verte, George. Quieren hablar contigo.

Pero el resultado fue nulo al momento el interés desapareció al instante. Se giro cara a la pared y volvió a su estado anterior. Como si jamas hubiésemos existido.

-Yo conozco a ese hombre.-dije sorprendido.

-Es normal que lo conozcas fue muy famoso por sus descubrimientos.-me comento Sam.

Apenas sin salirme las palabras de la boca volví a repetir emocionado.

-Quiero decir que conozco a ese hombre... Era amigo de mi padre.

Apenas lo reconocía. Un hombre elegante e integro. Seguro de si mismo. Un triunfador en todos los sentidos y verlo  convertido en un guiñapo me conmovía. Era una de las pocas pistas que tenia para ayudar a mi padre y no sabia como.

-Gio,¿eres tu?. Gio, tienes que ayudarme a encontrar a mi padre. Eres el único que puede hacerlo.

Mientras le decía esto me acercaba con la manos abiertas para abrazarle. Recordando mi niñez cuando venia a debatir con mi padre sobre sus hallazgos y solía jugar conmigo. Entre nosotros existía cierta camaradería hasta que un día algo sucedió entre los dos y nunca volvió a casa.

Lentamente Gio fue girando su cabeza hasta que quedo enfrente de la mía. Un olor a suciedad y inmundicia me rodeo. Pero aun así aguante y mantuve la mirada con la suya y atisbe en el fondo de sus ojos una luz. Algo conecto su mente con la realidad.

-¿How? ¿Eres tu?. ¿Que.. que haces aquí? ¿Donde estoy?.-dijo con voz cansada.

-Creo que son muchas preguntas para responder en un momento.

-Quiero volver a casa. No se quienes son estas personas.-dijo de forma casi inaudible mientras unas lágrima furtiva resbalaba por su rostro.

-Si, Gio. Es hora de volver a casa.-le dije para reconfortarle mientras le abrazaba.




Continuara...

domingo, 7 de febrero de 2016

Capitulo 2.11 "El bosque"

Arrellanado en mi asiento contemplaba distraidamente el paisaje rural que se deslizaba ante la ventanilla. Alcance a ver un canal con una flotillas de barcas. Una fina llovizna mojo los cristales enturbiando la visión de modo que volví la vista al interior del vehículo. Abandonamos nuestro refugio y cruzamos un puente tomando la carretera. Teníamos por delante un largo viaje de pacifica conducción escuchando la radio. Mientras Edgar dormitaba con la boca abierta donde se escapa un hilillo de saliva. Me hacia gracia que aquel tipo al que que hace unos días no conocía se volviera en mi mejor amigo y compañero y lo consideraba como un hermano de sangre al que confiaría mi vida. También orgulloso del gran tandem que eramos al vencer al pobre Stephen aunque era una victoria agridulce. Por un lado nos enorgullecia  haber pasado esta prueba, pero por otro lado al quitarle el traje de goma y descubrir a nuestro amigo magullado nos hacia sentir culpables después de la paliza que recibió. Las horas como los kilómetros transcurrían lentos y lánguidos en una sucesión de paisajes anodinos y repetitivos A nuestra izquierda apareció la desviación y quinientos metros mas allá un camino rudimentario, pedregoso y sin asfaltar. Paramos el coche ya que era bastante posible que los bajos del coche se rompieran.

-Madre mía, si esto es un camino de cabras.

Dupont saco unos linternas y las repartió. Tras encender las luces ante nosotros se mostró un lugar terrorífico y espeluznante.

Un denso bosque con arboles torcidos y tronchados intentaban elevarse inútilmente como si buscasen respirar. Pero si esto de por si era estremecedor, nos dimos cuenta que no estábamos solos. Cientos de ojos nos observaban curiosos y expectantes.

-¿Cuervos?. Son cuervos. Vaya Anabelle estaría feliz. Sabéis es su pájaro fetiche. No se porque tiene una conexión especial con ellos. Hace años tuvo uno. Se cayó del árbol y...

-¡Chist! Silencio.-ordeno en voz baja el mayor.

Edgar callo y Dupont nos conmino a ir andando. Yo me pegue a su lado asustado.

-¿Porque hay tantos cuervos?.-pregunte con una voz que casi no oía.

- Hace siglos aquí hubo una batalla importante. Murieron miles de hombres. Una verdadera sangría. Los pocos que sobrevivieron les dieron dos opciones.

-¿Cual es?.-pregunto Edgar con los ojos bien abiertos mientras hacia un barrido con su linterna.

-O morían ejecutados o si llegaban a la isla a nado serian libres.-Dupont callo por un instante y resoplo.-Ninguno llego. Ni uno solo.

-Es cruel.-apuntille.

-Si, pero la guerra es así. Las almas de los vencidos están aquí en la tierra. Condenados junto con su sangre. Y los cuervos son los ganadores. Si algún perdedor intenta escapar sera pasto del ave negra que engullirá su alma perdida condenándola al infierno. Ya que estas aves se alimentan de esta esencia al ser carroñeros.


Sobra decir que los negros pajaros nos miraban atentos y oíamos sus “rrok-rrok”, profundos y cavernosos que nos erizaban la piel. Como si nuestra presencia fuera una sacrilegio y entre ellos fueron avisandose de nuestros movimientos. También a medida que nos acercábamos al final del camino unos « toc-toc-toc», un «kraa» seco y ronco, un graznido gutural y bajo así como varios gritos de naturaleza casi musical nos iban dejando atrás. Quizás se alegraban porque nos alejábamos aunque la verdad nunca lo supimos. Finalmente sin darnos cuenta salimos del bosque y la sensacion de ahogo desapareció. El aire denso y viciado que existía en el pasaje que dejábamos atrás y que hizo que  nuestros pulmones arañasen cada partícula de oxigeno termino. Nuestro pecho se lleno de un soplo fresco y limpio hasta quedar harto.

-Tendremos que volver por el mismo camino, ¿verdad?.-pregunte temiendo la respuesta.

-Por desgracia si. Pero una vez en el psiquiatrico buscare alguna alternativa.


Tras pasar una hondonada acabamos de ascender una empinada ladera y un perezoso sonido acuoso llego a nuestros oídos.

-Nos acercamos.


Era uno soniquete pesado y denso. Como si el agua le costase moverse, a la vez que un olor fétido y maloliente hizo arrugar nuestras narices.

-Por lo visto este agua tiene gas que proviene del fondo. Seguramente vais a oír pequeñas explosiones por la liberación de las emanaciones.

Y al fondo bajo la luz de la luna imponente la isla. Una roca inmensa, salida de no se donde y allí se había quedado. Sobre ella se apreciaba el hospital .Un miedo primitivo y cerval se adueño de mi cuerpo

Las aguas, la isla y el psiquiatrico junto con el bosque ahondaba en nuestros miedos mas primitivos e irracionales metiéndose dentro, muy dentro. En un lugar donde no podías expulsarlo. El legado de aquel sitio se palpaba ya no eran cuentos ni habladurías. Algo intangible se notaba alrededor, asfixiante y pegajoso. Un pavor ancestral que dominaba tus sentidos haciéndolos sumisos a ese pánico y sumiéndolos en un caos abismal.


Nos acercábamos a la orilla y advertimos que dos tipos nos esperaban sentados en una hoguera. Cuando estábamos cerca de ellos nos sorprendió sus uniformes. Parecían que ambos se hubieran intercambiado los trajes.

Un tipo largo llamado Jhon Burdick. Era un hombre delgado y con una mata de negro cabello pocas veces peinado. Tenia una risa nerviosa y parecía estar siempre alerta. La camisa le sobresalia por encima del pantalón. Cada cierto tiempo la metía dentro pero era una labor inútil. Asimismo los pantalones estirados hasta tal punto que se veían sus negros y gastados calcetines. A su lado Artur Mooney, un tipo bajito y corpulento de ojos maliciosos cara redonda y bigote encanecido. Al contrario que su compañero llevaba los pantalones y mangas de camisa remangadas y por debajo de la cintura dentro del pantalón se observaba como el resto de la prenda se había metido arrugada y con prisas. A pesar de ello ambos exhibían orgullosos en el cuello del uniforme las insignias de guardas.
Tras las presentaciones de rigor fuimos escoltados a la nave.
Cerca de ellos un rudimentario embarcadero donde se mecía tranquilamente una vieja lancha con un toldo y unas bancadas para ir mas cómodos. Caminamos sobre los viejos tablones que llevaba hasta una pasarela que conducia a la embarcación. Tenia unos quince metros de eslora y amplias cubiertas y dos helices con motor de gasolina. El casco estaba pintado de negro algo descolorido. En la proa destacaba el timón y enfrente un potente foco. Tampoco le faltaba un habitaculo para recoger herramientas y utiles que daba paso al interior por lo demas no era muy grande pero si rápido y bastante maniobrable en este turbio elemento.
Cuando nos dirigiamos a la cubierta de popa ambos se nos adelantaron para darnos la bienvenida al barco.
-Bienvenido a bordo, monsieur Dupont.-dijo Mooney
-Hermoso barco....-mintio el mayor.
-Yo no diria tanto, pero he de reconocer que al igual que una buena esposa,es fiel y servicial.



Mooney saco un mugriento palillo se lo puso en la boca nos miro con una sonrisa siniestra se sentó y recogió un palo y una pequeña navaja de su bolsillo que empezó a desbastar mientras de rato en rato nos miraba y volvía a su ocupación. Empezó a hablar para si mismo.

-Allí abajo hay muchos secretos silenciados. Venganza, asesinatos y odios permanecen ocultos. Desde el bosque de los cuervos pasando por esta ciénaga llegando a la isla de los abandonados, todo esto es el imperio de la parca. Fue y sera por los siglos de los siglos.

Después escupió a su lado y el esputo chapoteo. Dando fin al discurso como si fuese el broche final perfecto de su charla.

-¡Amen!

Dupont se quedo al lado de Burdick que manejaba el timon en la cabina de mando. Los latidos de los viejos motores empezaron a sonar mientras Mooney se habia levantado para soltar amarras, las recogio en cubierta y volvio
a su sitio. El mayor, pensativo junto al tipo parecía estar en alerta y a punto de saltar en cualquier momento. Lo poco que lo conocía me decía que existía algo que inquietaba su mente y no acaba de comprender.
A medida que la quilla surcaba las aguas estas fueron volviendose mas oscuras. Burdick hizo sonar la sirena a modo de señal por lo que hubiese a nuestro alrededor. La gelida brisa aumentaba a medida que se acercaban a la isla. El mayor metio las manos en los bolsillos y se encogio sobre si mismo.
Cuando el silencio se prolongo demasiado el mayor miro de soslayo al tipo:

-Deberías presentar una queja al encargado de los uniformes.-dijo de manera neutral como si fuese una conversacion trivial aunque observo un movimiento tenso casi imperceptible en la mano del otro.

-Si, seria lo mejor.-respondió intentando no mostrarse nervioso.-Pero por desgracia es un recomendado de mi superior y lo tienen en alta estima.

Para amenizar el ambiente me volví hacia Edgar que permanecía absorto y melancólico mirando el infinito.

-Bueno que contabas antes de Anabelle.

Le dije para animarle y de paso saber mas sobre ella. Un poso de añoranza creció en mi interior. Echaba de menos su presencia y aunque no quería aceptarlo del todo un sentimiento iba creciendo en mi corazón por su hermana.

Edgar se giro y su rostro cambio mostrándose mas afable y receptivo.

-Hace años se encontró un cuervo herido. Lo llevo a casa y lo fue cuidando con mucho mimo. A veces cogía las joyas de mi madre y las escondía en la casa. Ya sabes, diademas o pulseras. Cuanto mas brillantes mejor. Era su fiel mascota. Hasta que un día...

Entonces Edgar encogió el gesto y el mutismo volvió.

-¿Entonces que?.-le presione.


Levanto la mirada como si volviese de muy lejos y retomo el relato.


-Una noche mis padres se iban de fiesta. Anabelle estaba tranquilamente en el sofá con el cuervo acariciándolo. Todo parecía ir bien. Mi madre apareció deslumbrante con un  traje elegante y sus joyas. Las pulseras y la diadema de plata engarzada con brillantes. De repente el pájaro salio volando rápidamente y empezó a atacar a mi madre, la cabeza, los ojos. Era horroroso. Mi madre se defendía como podía. Mi padre y yo intentábamos quitar esa alimaña y mi hermana chillaba pidiendo que no le hiciésemos daño. Finalmente arrancamos a la bestia y la echamos a la calle. Mi madre no sufrió grandes daños por suerte pero si quedo bastante traumatizada por la experiencia y esa noche no salieron. A veces solíamos ver a un cuervo rondar por nuestra casa pero nunca supimos si era el mismo ya que nunca se acercaba a nuestro hogar.

-Es una historia terrible.

-Sip pero algunas veces sigo oyendo graznidos en casa y temo que Anabelle tenga en su poder ese maldito bicho u otro.


Me hubiese encantado seguir hablando de este tema pero el viaje tocaba a su fin. La barcaza se arrimaba al pequeño embarcadero. Y la luna parecía colocada ahí simplemente para iluminar aquel último y trágico lugar.

Mientras el hombre mas alto de la manera mas teatral se giro abrió su mano, estiro el brazo y dijo:

-¡Bienvenidos a Jharkam!


Continuara...













domingo, 17 de enero de 2016

Capitulo 2.10 "La prueba"

Tras esta revelación nos acostamos tarde y apenas pudimos pegar ojo. Nuestra imaginación se empezó a excitar imaginando en las consecuencias que tendría todo esto en nuestras vidas. Seis horas después nos levantamos y tomamos una ducha. Nos vestimos y bajamos a desayunar.

Mientras sorbíamos nuestros cafés y mordisqueabamos unas tostadas de pan de molde con mantequilla. Escuchábamos a Dupont que parecía que ni siquiera se había acostado. Estaba impecable y fresco al contrario que nosotros unos aauténticos desechos humanos.



-Georg Danfhord era un reputado investigador y arqueologo de civilizaciones antiguas voló al Ártico con un grupo de colegas. Oficialmente eran una misión científica para investigar la biodiversidad de la Antartida. Pero en realidad eran un grupo contratado por el gobierno en secreto para descubrir cualquier atisbo que nos pudiese servir para hallar vida preterrestre y también tecnología para que nuestro país fuese una superpotencia.Pero, algo ocurrió. ¿El que? Nadie lo sabe. Solo volvió él. Bueno su cuerpo. De su boca solo salían incoherencias y extrañas palabras de un idioma desconocida. A veces miraba aterrorizado hacia atrás y gritaba:"Tekeli-li. Tekeli-li"

-Es horrible.-dijo Edgar asustado.-¿Y nunca se supo que sucedió?

-Nunca, su mente estaba tan trastornada que no reconocía ni el mundo que le rodeaba. Hablaba de extrañas construcciones que tocaban el cielo y seres enormes con tentaculos. En fin un disparate detrás de otro.

-¿No se envió ningún grupo de rescate?¿U otros investigadores?

-La operación se cerro visto los resultados. Teníamos miedo también de que se filtrase a la prensa y se desatase el escandalo. Todo se cerro y olvido. Hasta hoy.


-Todo esto es muy interesante. Pero ese hombre esta loco. No puede ayudarnos.-dije pensativo.

-Por desgracia así es. Si hubiese alguna manera de que recuperar sus cordura.

-Creo que ya lo tengo.-nuestro científico dio con una solución. Era agarrarse a una clavo ardiendo porque tenia pocas probabilidades de éxito.

-Puede funcionar. Tendré que pedir algunos favores pero es posible.-dijo Dupont.-Bien nuestro objetivo esta internado en el hospital psiquiatrico de Jharkam.

-¿Jharkam? ¿Ese Jarhkam?.-dijo asustado el joven investigador.

-Ese Jharkam.-dijo resuelto Dupont.

-¿Que sucede?.-dijimos Poe y yo al unisono.

-Jharkam esta en la isla Lazarus. Un lugar terrible en medio de un lago pestilente y hediondo donde no existe vida. También la llamaban la isla del Infierno o Sin retorno. En la antiguedad durante las plagas los apestados eran llevados allí y dejados a su suerte. La posibilidad de volver a tierra nadando era nula dado las fuertes corrientes que existen. Era el mejor sitio para edificar un manicomio. Algunos inquilinos decían ver y oír fantasmas. ¿Pero quien hace caso a un loco?

Dupont pego un golpe en la mesa.

-¡Ya basta! Eso son habladurías. Estas asustando a los chicos. Ahora centremonos en nuestro objetivo.

Quizás no era tan buena idea ir allí. Pero sabíamos que el mayor iría aunque fuese sin brazos y sin piernas con tal de hacer su trabajo. -Seguramente mañana tendremos el permiso para conseguir la custodia. Y a vosotros dos os quiero listos para la acción mañana a primera hora.¿Entendido?

-Si.-dijimos asustados. Ahora sabíamos porque había llegado a mayor.

-Si,¿que?

-Si, mayor.

-Así me gusta. Traeremos a ese tipo aunque sea rastras y vamos a desentrañar este misterio cueste lo que cueste.

Dio media vuelta y se marcho mascullando por lo bajo.


-Todo esto me parece una locura..-dijo apesadumbrado Poe.

-Y a mi también. Pero debemos seguir hasta el final y rescatar a mi padre y asegurar la seguridad de tu hermana para  que no corra ningún peligro. Ese es nuestro cometido. Por eso iremos hasta el final. O nos llevara ese bruto.


Pensábamos que ya no volvería Dupont pero retorno. Nos miro de forma paternal, mostrando su cariño y preocupación por nosotros.

-Chicos, se que tenéis miedo y estáis asustados. Esto es nuevo para vosotros. Veo en vuestra mirada miedo y angustia. Pero os necesito. Ninguno de nosotros puede hacer esto solo. Somos un equipo. Y para ello os voy a adiestrar y a enseñar a luchar y a defenderos. Si algo me ocurre, vosotros sois la ultima linea de defensa. Y ahora, venid conmigo.

 Le acompañamos, entonces supimos que nada volvería a ser lo mismo. Nuestros antiguos yos estaban en plena transformación. Ahora aprenderíamos a ser mas decididos, mas racionales y mas seguros ante lo desconocido. El mayor fue nuestro maestro y nuestro guia disipando nuestros temores. Nos convirtió en los mas leales y dispuestos agentes de Arcadia.


Por suerte por temas burocráticos la orden para recoger al científico de Jharkam se retraso unos días. Y esto nos dio mas tiempo para aprender técnicas de lucha, defensa y armas. Ahora parecía que hubiésemos nacido para este trabajo.


Por fin recibimos la orden para partir al día siguiente temprano. Dupont se acerco a nosotros ufanos y nos dijo:


-Mañana es el gran momento, por eso tengo una sorpresa para vosotros. Acompañadme. Tengo algo que os va a encantar.



Para nuestra sorpresa bajamos varios niveles. Poe y yo nos miramos sorprendidos ante el tamaño de las instalaciones. Cuando pensábamos que apenas habría dos pisos descubrimos que debajo de donde hacíamos vida existían mas construcciones. Lugares mas subterráneos, oscuros y húmedos donde parecía que hacia milenios nadie había pisado.


-Sorprende, ¿verdad?-dijo el mayor.

-Si, la verdad esperábamos que Arcadia fuese mas pequeño. Apenas una laboratorio, un almacén y poco mas.-contesto Edgar.

-Bueno esto es la parte mas secreta y mas segura. Por ejemplo esta sala.

Y nos invito a entrar. Era un lugar enorme, circular y totalmente desnudo. Nada de mesas, sillas o mobiliario. Tenia varias salidas que estaban cerradas por unas enormes rejas. Un aire frió y húmedo salia de ellas. Miramos hacia arriba y sobre nosotros coronaba un corredor donde se podían apostar personas mirando como el espectáculo que se desarrollaba abajo. A mi me recordaba a los antiguos circos romanos. Mi cuerpo dio un respingo al pensar que yo podría ser parte de ese entretenimiento. A todo ello la iluminacion no era escasa pero si la justa para ver donde estábamos sin deslumbrarnos.

Un ruido metálico nos sorprendió y cuando nos dimos la vuelta nuestra puerta de entrada estaba cerrada por otra contundente reja metálica.

-¡Mayor! ¡Mayor se ha cerrado la puerta!

-¡Saquenos de aquí!!

Pero nadie contestaba.

-¿Que ha sucedido?.-me pregunto Edgar.-Estaba a nuestro lado y de repente...

-Desapareció. Es extraño.

Ambos nos miramos entre la sorpresa y el miedo.

Un sonido lúgubre y siniestro llego a nuestros oídos.

-Bueno.-conteste tranquilo.-Ahí lo tienes, el mayor esta abriendo la otra puerta. Seguramente debió cerrarse por accidente y ha abierto otra salida.

-¿Y porque no abre la misma por donde hemos entrado?-dijo Edgar.

Me dirigí muy seguro hacia la puerta

-No lo se, Edgar. Ya sabes cosas de militares y eso.-mientras decía esto hacia gestos mostrando a Poe que su pregunta me parecía de lo mas estúpida.


Cruce el quicio de la salida. Entre la luz vi una extraña sombra. Ahora la cuestión de Edgar no me parecía tan absurda.

-¿Dupont? ¿es usted?.-pregunte asustado.

Un extraño ser bípedo, negro y escamoso se dirigía hacia nosotros. Con su boca abierta y dientes afilados se escapan bufidos guturales y unas babas pastosas caían chocando pesadamente sobre el suelo. Mientras unos extraños brazos largos y con formas de aletas que arrastraba por el suelo.


-¡Edgar,correee!!!.-grite histérico.-Creo que a ese no le han dado la cena.

Se que suena absurdo. Correr a donde, estábamos encerrados pero en ese momento lleno de terror hasta el parsoxismo hacia que la racionalidad no fuese una opción.


Edgar gritaba y parecía que intentaba empequeñecerse para meterse a través de los barrotes mientras estiraba los brazos. Un ruido familiar nos confirmo que la puerta donde entro el monstruo estaba cerrada y nosotros con él.

Angustiados miramos una salida. Imposible.

-Quizás podemos cansarle mientras corremos y lo esquivamos.-propuso Edgar.
- O contarle un cuento.

-¡Mayor! ¡Dupont!.-grite a través de las rejas.

Pero nada. Solo silencio.

-Edgar, estamos solos.

-¿Queee?.-dijo Edgar.

-Creo que es una especie de prueba.

-O vencemos o morimos.

-Si es una forma de exponerlo. Pero supongo que de alguna forma tienen que evaluarnos.

-Ahora se va a enterar  como las gasta un chico de Beenfit Street.

Mientras se subía las mangas, adopto una posición de defensa. Se acerco ladeo su cuerpo y soltó un derechazo contra la bestia. Ni se inmuto, dio un enorme aletazo que impulso al pobre Edgar varios metros.

-Creo que no va a ser tan fácil.-dijo dolorido mientras intentaba levantarse.-Ahora entiendo porque no tenia que haberme dejado siempre las lentejas.

Tome carrerilla y salte sobre él a la vez que impulsaba que encogía mi brazo para soltar un puñetazo con toda mi fuerza. Ni siquiera lo toque. Otro golpe con la aleta me hizo girar en el aire, perder el equilibro y caer.

Momento que aprovecho mi compañero para soltarle una patada para que perdiese la estabilidad. Craso error. Mientras le daba me acerque por la espalda para acabar también caído y dolorido. Estaba claro que necesitabamos una estrategia o pronto seriamos una masa de moratones y sangre.

-Edgar vamos a atacar a la vez.-dijo eufórico. Mas que nada para animarnos.
-Si, somos un duo invencible.-dijo rudamente.


Fuimos corriendo a la vez y nos echamos sobre nuestra presa. Pero tarea pueril giro sobre si mismo y volvimos a acabar con nuestras costillas en el duro suelo.

-No lo veo claro.-dijo Edgar.

-Claro. ¡Eso es!. Eres un genio, Edgar. Atacale.

Edgar medio levantado me miro como si me hubiese golpeado la cabeza y solo dijese incoherencias.
-Lo siento. Me perdí la clase de apalear monstruos.-me contesto
Me acerque a la bestia lentamente mientras le hablaba.
-Eh, amigo.-moví la mano para llamar su atención.-¿Que tal?. Vaya si yo tuviese una cara como esa pediría que me devolviesen el dinero.
Medio tambaleándose Poe se acerco a nuestra nemesis y en el momento que iba a derribarlo de un aletazo me quite la camisa y se la puse  encima de la cabeza. Hice un nudo. Estaba ciego. Era nuestro momento. Los golpes empezaron a caerle por todos partes.

-¡Mayor! ¡Auxilio!.-esa bestia hablaba y su voz me sonaba familiar.

-Muy bien chicos.

-¿Mayor?.-dije confuso mirando a todos los lados.

-Esto aquí arriba. Felicidades, sois los primeros en pasar la prueba.

Alzamos la vista y Dupont nos miraba satisfecho desde el mirador. Al final si que había sido una lucha de gladiadores. Y el mayor era nuestro Cesar que decidía quien ganaba y quien perdía.

-Habéis superado el examen. Lo esencial es trabajar en equipo. Mientras luchabais por separado erais un objetivo fácil. Sin ideas, ni estrategia todo estaba perdido. Pero tu, Howard has enfocado el problema desde otro ángulo y has encontrado la solución. Estoy orgulloso de vosotros.

Dupont estaba a punto de retirarse cuando volvió preocupado.

-Y llevar a Stephen a la enfermería con la tunda que le habéis dado creo que estará unos días de baja.

Edgar y yo miramos a la piltrafa derrotada.

-¿Stephen?.-dije sorprendido.

-¿Eres tu?.-pregunto Poe.

La bestia asintió lentamente y dolorida.

-Siii.....-se oyó débilmente

Continuara...