jueves, 20 de julio de 2017

Capitulo 14 "Hogar, dulce, hogar"



          

El viaje transcurrió sin incidentes. La temida tormenta no apareció y conseguimos llegar al embarcadero sin problemas. Allí nos esperaban dos agentes. Hombres recios, gastados por los vientos. Los vimos acercarse a la embarcación con sus movimientos lentos y andares pesados. Como si asegurasen cada paso antes de dar el siguiente. Sabían que no estaban en su elemento, pero parecía no importarles casi se podía decir que les agradaba el cambio de aires. Mientras el barco se bamboleaba de forma rítmica a la espera de los nuevos pasajeros. Edgar y el mayor miraban tensos a la espera de cualquier sorpresa.


-Hola, somos del servicio de reparto. Venimos a por el paquete.

- ¿Que paquete? -dijo Edgar mirándolos de forma inquisitiva. -Mayor, estos tipos son traficantes.

-Egdar...

- ¿Con que trafican, señores? Señores por decirles algo. Gente de dudosa reputación.

-Edgar....-volvió a repetir el mayor.

- ¿Drogas? -dijo Edgar acusándolos con el dedo. - ¿Armas?

-Edgar...

- ¿Mujeres? -dijo echándose las manos a la cabeza. -Es horrible. Es lo mas sucio y vil que oído nunca. Vergüenza debería darles.

-Edgar, el paquete somos nosotros. -dijo Dupont fuera de si.

Edgar contrariado miro a los hombres y luego al mayor enfadado.

-Ya lo sabía solo estaba... ya sabe poniéndolos a prueba. Sera mejor que suelte amarras y recoja un poco por abajo. -dijo excusándose.


Una vez se hubo marchado. Los tres hombres se quedaron solos.

-Soy el mayor Dupin. -dijo estrechando la mano. - ¿Y ustedes?

-Perdone nuestra rudeza, mayor. Cuanto menos sepa de nosotros mejor. Nos puede llamar Repartidor 1 y 2.

El otro tipo asintió con la cabeza y se marchó al interior del barco donde se hallaba el resto del pasaje.

-Es un poco duro, ¿No cree?

-Cierto, pero allí donde vamos es un lugar confidencial y solo lo extraordinario de la situación le permite a usted y sus compañeros a que les llevemos. Por cierto, no se preocupe por su coche. Ya se han hecho cargo de él. Una grúa lo llevara a su destino limpio y encerado. El mejor servicio de mantenimiento de vehículos que encontrara en todo el país.

-Me deja usted anonadado.

-Pensamos en todo, mayor. Y ahora si me permite. -dijo el repartidor mientras tomaba los mandos del barco.

-Esta isla tiene una gran importancia estratégica y también guarda muchos secretos. Hace años el presidente Rossvert creo una base de vigilancia a pocos kilómetros de este embarcadero para acciones rápidas por si se desataba alguna tragedia. Es consciente que allí van a parar algunos ciudadanos incómodos para la nación. Casi nadie conoce la existencia de nuestro nido y queremos que siga así. Es uno de nuestros mayores secretos y costo mucho mantenerlo lejos del público durante su construcción.


El embarcadero era ya un punto diminuto en el horizonte y poco a poco se iba espesando la vegetación a medida que se acercaban a la otra orilla. La quilla del barco iba expulsando espuma y agua por los laterales. Poco a poco un enorme monolito de piedra se iba agrandando a medida que la barca ganaba en velocidad. Hubo un momento que parecía que íbamos a chocar contra aquella masa pedregosa pero una fuerte sacudida nos llevó todos hacia delante y la velocidad ceso. Estábamos trabados. Todos fuimos presa de los nervios excepto nuestros repartidores. Asustados empezamos a asomarnos para ver si algunas plantas se habían quedado enredadas en la hélice. Asombrados vimos que una especie de gran cesta nos tenía atascados y que por extraño que parezca la nave empezaba a bajar.

-Tranquilos, tranquilos. -dijo el piloto extendiendo las manos en señal de tranquilidad.

- ¿Que es esto? ¿Que está pasando? -dijo el mayor.

- ¿Veis esa mole de piedra escondida tras este denso follaje?

Todos asentimos.

-Bien es una fachada. Es una base de control. Hicimos correr la noticia que esto era la Piedra del Diablo y que habían desaparecido varias personas de forma misteriosa. Ya sabéis como funcionan estas cosas. Luego la gente se encargó de adornar la historia con sus propias historias y teorías. Ahora estamos descendiendo porque esto es una pequeña presa para evitar curiosos si algún indeseable viene y se queda trabado lo elevamos para que se marche.

Poco a poco la nave fue bajando hasta ponerse al nivel de la entrada de la gruta. Cuando llego al mismo nivel lentamente la nave se dirigió a una pared lateral de la montaña. Lisa y sin ningún tipo de sitio para agarrarse.

Un lugar sin salida. Aparentemente. El nivel del agua empezó a bajar de nuevo y con ella la barca. Mientras vamos descendiendo un paso similar a la entrada de una enorme caverna se va viendo.

-Bueno no me negareis que es una maravilla. Costo mucho crear un sistema tan discreto para nuestros intereses.

Tras unos instantes pudimos acceder con la barca al interior de la base.

-Por desgracia todo lo que hay aquí es alto secreto. Me encantaría mostrarlo, pero por desgracia es imposible. Esto no existe y nadie de ustedes ha estado aquí. Nosotros desembarcaremos e iremos directos al coche que nos tienen preparado para llevarlos a todos a su destino.

Y así fue. Nuestros dos escoltas nos acompañaron hasta un enorme garaje donde nos esperaba un discreto coche negro sin ninguna identificación. El viaje transcurrió aburrido y monótono. Nadie hablo y cualquier intento de llevar una conversación con nuestros acompañantes fue nulo y en monosílabos.

Nos dejaron a las puertas de la base dejando tras de si una nube polvo y misterio. Una bola del desierto paso rodando la carretera tras su coche que desapareció a la misma velocidad que el arbusto rodante. Cabizbajos y cansados andamos hasta la entrada. Nos miramos unos a otros. El sonido de un claxon nos puso alerta. Un camión de helado nos apercibía para que nos apartásemos para entrar en la propiedad.
-Creo que tenemos un reparto especial. -dijo el mayor con énfasis misterioso.
- ¿Helados? Bueno eso está bien para variar y no los postres del cocinero.
-comento Edgar.
El camión paso delante de nosotros a la vez que nos apartábamos con rapidez.
Después de parar el vehículo un hombre con un traje de algodón blanco y sonrisa gatuna se fue acercando. Por su peso sudaba copiosamente y dejaba marcas húmedas en diversas partes del uniforme.
-Mayor, ¿cómo va? Os traigo unos repuestos muy interesantes.
-Jeremy, como siempre nos traes alguna sorpresa agradable.
-Bien pasar conmigo para que veáis que regalos tengo para vosotros.
-¡¡Jeremy!! ¿No tienes nada para mí?
Un renqueante Stephen venia a toda velocidad. Al verlo no pudimos mas que echarnos a correr y abrazarlo. Aun tenía alguna moraduras de nuestro incidente, pero estaba bastante mejorado.
Tras saludarnos fuimos todos a la parte de atrás del camión. Jeremy como maestro de ceremonias hizo una pausa antes de abrir para añadir mas misterio.

Entonces se abrieron las puertas del camión y un vapor helado nos alcanzó a todos. Ojos expectantes se clavaron a pesar del frio. Durante un instante no pudimos ver nada. Una vez disipada la niebla un arcón metálico anclado a las paredes empezó a mostrarse.
- ¡Señores! Misterios a la carta llaman a su puerta.
- ¿Que contiene?
Jeremy se encogió de hombros.
-No lo sé. Yo solo llevo los paquetes. El mensajero no puede ni saber ni abrir el contenido. Solo sé que cuando llego la expectación sube al máximo.
-Stephen sube y olfatea el interior.
Con ayuda de Jeremy y Dupont a duras penas subió a la plataforma. Aunque estuvo a punto de resbalar un par de veces. La emoción era superior al miedo a caerse.
De forma reverencial se acercó al paquete. Empezó a limpiar la parte superior donde existía una ventanita acristalada. El científico puso las dos manos para ver el interior. Espero unos segundos levanto la cabeza y nos miró como un niño en Navidad.
- ¡Dios mío! Esto es increíble. No puede ser.
Continuara...

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