Mientras Stephen
seguía atentamente cada movimiento del sarcófago que había sido puesto
sobre un soporte rodante para facilitar su movimiento y que previamente
había sido inmovilizado y asegurado para su seguridad y transporte. Hawk
salió del remolque donde estaba el paquete y nos miraba uno a uno con
los ojos abiertos y una sonrisa idiota. Jeremy con cara de
circunstancias y de hito a hito miraba al científico y a Dupont. Dupont
encogió los hombros dando a entender que para el también suponía una
sorpresa el shock de Hawk. Ajeno a todo esto Gio franqueado por Edgar y
por mí con la mirada perdida hacia ninguna parte no parecía
especialmente interesado en el espectáculo. Oímos unas pisadas seguras y
rápidas que se acercaban hacia nosotros y vimos el porte de Bautista
que con su mirada seria avanzaba sin dilación. Cuando llego a nuestra
altura saludo a Jeremy y ambos subieron al interior del vehículo para
descargar el material. Gracias a plataformas inclinadas que llevaban las
apoyaron en el suelo. Dupont y yo nos acercamos y las aseguramos para
que no se moviesen. Cuando Dupont dio el visto bueno asintió con la
cabeza y Jeremy empezó a desembalar la caja. Bautista con precaución
bajo por la rampa y cuando llego al suelo se puso frente a Jeremy que ya
desplazaba el sarcófago con especial cuidado para que no sufriese
ningún accidente. Jeremy se acercó y entre ambos fueron portando el
paquete hasta que con alivio de todos se posó en tierra firme.
- ¡Noooo! Debéis destruir esa cosa. Es un emisario de Leviathan. Es que trae el mensaje de la destrucción.
Todos
miramos sorprendidos a Gio. Con los ojos desorbitados, echando espuma
por la boca y fuera de si. Edgar apenas podía contener a ese hombre.
-Jeremy, Stephen llevaos esa cosa adentro. Yo y Bautista acompañamos a Georg adentro para que se calme.
Mientras
Gio me miraba dentro de su locura buscando mi comprensión. Como si yo
estuviese al mando y fuese capaz de dominar la situación.
Agache
la cabeza mientras a duras penas conseguían llevarse al científico
mientras chillaba y vociferaba por zafarse de sus captores. Mientras
dejaba un surco de tierra y piedras removidas halla por donde pasaba
como última señal de su disconformidad.
Edgar se acercó a mí y me abrazo. Después se soltó y me miro.
-Tranquilo estará bien. Es normal, todo esto lo ha alterado y cualquier cosa que vea le hacer recordar su calvario.
Lo
miré y quise creerle, pero algo en mi interior me decía que la caja de
Pandora estaba a punto de abrirse y no tenía la forma de parar todo
esto.
-Ojalá tengas razón, ojalá. -lo mire apesadumbrado y me
marche hacia la casa mientras arrastraba mis pies siguiendo el rastro de
Gio siguiendo la estela del miedo.
Hawk
se paseaba nervioso dentro del laboratorio. Las luces rebotaban sobre
la superficie acristalada que mostraba el misterioso contenido que tanto
emocionaba al científico. Stephen se paró y pego su cara al cristal
para ver mejor al extraterrestre. Allí descansaba el ser vestido con un
extraño traje plateado. Su extraña escafandra. Dentro del líquido que
apenas permitía la visibilidad. Esos rasgos de un extraño ser con unas
branquias en sus carrillos. Tenía los ojos cerrados y parecía que en
cualquier momento iba a despertar de su letargo. Con cuidado Stephen
deslizo la tapa de la caja. Apenas conseguía mantener la emoción. Se
giro y se aseguró que en una de las mesas descansaba el cilindro. Pensó
que quizás habría alguna forma de unir al ser con el rollo y que los
misterios saldrían solos. Ya pensaba que quizás un Nobel estaba a su
alcance. Tan absorto estaba en estos pensamientos que no se percató que
una densa neblina grisácea se elevaba del sarcófago. Para cuando se dio
cuenta era demasiado tarde. Aquel vapor se introdujo por su nariz y al
instante noto que le faltaba el aire. Presa del pánico intento gritar,
pero de su boca solo salían sonidos ininteligibles mientras boqueaba
como un pez. Noto como su corazón se aceleraba y su visión se volvía
borrosa. Avanzo unos pasos buscando ayuda, pero fue inútil. Cayo sin
sentido sobre el aséptico suelo, quedando con la boca abierta. Una boca
por la que una bruma densa escapaba y se acerca a la caja que dominaba
la sala. Para desaparecer dentro de ella. De repente unos ojos extraños
se abrieron y miraban abiertos a través de una escafandra rellena de un
misterioso líquido. No sabía dónde estaba, ni que había ocurrido. Una
gran paz reinaba en el lugar y ningún ruido lo perturbaba. Tras largo
tiempo hibernando sabía que había llegado el momento de su misión.
Jeremy
paseaba por el recinto sin motivo aparente, pero algo en su interior le
daba mal fario. Preocupado se acercó al laboratorio para ver los
progresos de Stephen. Entro y se extrañó al no verlo dentro. Todo
aparecía en su sitio. Los frascos y material listo para su uso. Curioso
se acercó al sarcófago y un sudor frio recorrió su cuerpo. Miro para un
lado y para otro y descubrió con terror que el ser no estaba. Tras una
silla aparecía el cuerpo del malogrado científico tirado como un muñeco
roto.
-¡¡Stephen! -grito con el corazón en un puño.
Se
agacho hacia él y vio que estaba inerte y con un color cerúleo. Lo
incorporo y con cuidado le intento tomar el pulso. No lo hallaba. Abrió
sus parpados con temor. Con suerte sería un golpe sin consecuencias. Eso
pensó hasta que vio sus ojos.
- ¡Dios Santo!
Mientras
nosotros ajenos a todo esto estábamos acompañando a Gio y siguiendo su
delicado estado de salud. Descansando en el gran salón decorado con
rústicos muebles de madera noble y gruesas alfombras. Un lugar que
respetaba la intimidad y que estaba en uno de los lugares mas recónditos
de la casa. A pesar de ello varios focos de suave luz daban un ambiente
relajado y tranquilo. Preocupados mirábamos la evolución del
científico. Sentado en el sillón de un cuero rojizo y envejecido, daba
ligeras cabezadas de un lado a otro mientras negaba con los ojos
semicerrados intentando buscar una paz que no hallaba. Parecía que el
tiempo se había detenido. Hasta yo era incapaz de saber cuánto tiempo
llevábamos allí, hasta que Bautista llego dando voces y nos sacó a todos
de nuestro letargo. Rápidamente al verlo alterado y nervioso nos
pusimos en alerta. Llego jadeando y sudando como quien hubiese visto una
aparición
-Hawk, algo le ha pasado.
- ¿Que ha sucedido? -dijo Dupont adelantándose a los demás y parándolo intentando calmarlo.
-No lo sé. Estaba dando una vuelta y sentí que algo iba mal. Me acerque al laboratorio y el ser no estaba y...
- ¿Que quieres decir con que no estaba?
-Se ha marchado. Ha huido y Stephen estaba tirado en el suelo...
- ¿Muerto? -dije asustado
-Creo... creo que no. Estaba desvanecido, pero había algo raro en él.
Dupont miro a todos de forma grave
-Howard
tú te quedaras con Gio. No quiero que le pase nada. Bautista y Jeremy
al laboratorio. Edgar, tu conmigo. Quiero máxima precaución. No sabemos a
que nos enfrentamos, pero ya sabemos que no es algo de este mundo.
El
extraño ser errático andaba entre los oscuros y húmedos pasillos de
aquel extraño lugar. Desorientado miraba intentando buscar algún indicio
conocido que le situase donde estaba. Hacia muchos siglos que sus ojos
habían visto la luz del día y el forzado letargo al que fue castigado no
hacia mas que acrecentar la sensación de que todo esto no sería parte
de su sueño. Quizás un estado de duermevela donde la realidad y los
sueños se confunden. Sin embargo, sus sentidos auditivos acrecentados
por el líquido que llenaba su casco le advertían de un peligro
inminente. Un peligro extraño y desconocido. Lejos de su mundo, su
tiempo y su época. Siguió andando. Solo quería huir, escapar de aquel
confinamiento. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que sus señores lo
castigasen con el sueño eterno? ¿Habría ya prescrito su castigo? Todas y
mas preguntas se agolpaban en su mente. Pero ante todo el instinto de
supervivencia era lo que mas primaba en estos momentos. Curioso se
acercó a una de las paredes de cemento y paso sus amorfos dedos por las
rugosas superficies.
No recordaba ninguna edificación que tuviese este material en su época.
Se
paro, cerró los ojos y su mente vio un sitio totalmente distinto.
Aunque reconocía el lugar. Hacía diez minutos que había estado allí.
Stephen
abrió los ojos y observo donde estaba caído. Miro con curiosidad y
extrañeza todo lo que le rodeaba. Como un muñeco medio roto se levantó
de forma torpe. Mientras sus extremidades parecían manejadas por un
titiritero principiante. Bamboleándose de forma excesiva logro ponerse
de pie mientras arqueaba su espalda y extendía sus brazos intentando
encontrar un punto de equilibrio. Finalmente consiguió permanecer
erguido sin oscilarse de forma imprevista. Comenzó andar. Al principio
dando grandes zancadas como si evitase en el laboratorio imaginarios
charcos. Poco a poco fue reduciendo el paso hasta que consiguió un paso
mas normal. Alertado por unas voces cercanas se giró y fue al encuentro
de sus dueños.
Bautista y Jeremy
amartillaron sus armas mientras se miraban con el rostro contraído por
la duda y el temor. No era su intención acabar con aquel ser y ni
siquiera sabían a que podían enfrentarse. Lo que si estaban seguros que
aquella cosa no les iba a propiciar una bienvenida. La oscuridad los
envolvía como queriendo guardar sus secretos para escupirlos en el peor
momento.
Jeremy chasco la lengua y se pasó el dorso de la mano por la boca. Bautista lo miro.
-Démonos prisa, no quiero perder mi radionovela por esto.
Jeremy sonrió nervioso ante el comentario de su impertérrito compañero.
De
forma lenta avanzaron paso a paso por el intrincando subterráneo.
Agudizaron los oídos, pero tan solo la humedad y el frio hacían acto de
presencia.
Jeremy puso la mano sobre el hombro de Bautista que
sobresaltado respondió a su acompañante girándose y echándole una mirada
furibunda.
El hombre levanto su mano y le indico con el dedo que fuesen hacia la izquierda.
Stephen
oyó unos pasos suaves que apenas se distinguían con los ruidos
naturales que se formaban bajo la superficie. Miro a izquierda y derecha
y se percató que ninguna forma humana le veía. Empezó andar hacia atrás
hasta que la negrura lo absorbió. Allí pegado a la fría pared escondido
en un recodo espero hasta que el peligro pasase de largo o lo
encontrase.
Dos sombras empezaron a oírse retumbar por las paredes con pasos lentos y furtivos.
Jeremy
empezó a hurgar debajo de su espalda como si se rascase. Para sorpresa
de Bautista que miraba con sorpresa lo que le mostraba su compañero.
Ante él un revolver plateado. Jeremy con fuerza agarraba el arma y en
sus ojos mostraba determinación en usarla. Sin ninguna duda pensaba
utilizarla si se veía su seguridad comprometida.
- ¿Pero que es eso? ¿En serio vas a utilizar contra Stephen?
Bautista
vio en los ojos de Jeremy una determinación fría. A pesar de todo el
compañerismo y amistad que unía al grupo sabía que, ante todo primaba el
instinto de supervivencia. Cualquier amenaza que hubiera fuera de una
naturaleza u otra seria borrada si ponía en serio peligro su existencia o
la del equipo.
-El Modelo 1892 es un revólver de doble
acción con armazón macizo, cuyo tambor pivota hacia la derecha para
exponer sus recámaras. Es un recuerdo de un compañero durante una misión
en Francia.
- ¿Y su dueño?
Jeremy alzo la cabeza y una mirada triste y lánguida contesto a Bautista.
-Ya no lo necesita.
Una
patada vino de la nada y golpeo la mano de Jeremy haciendo que el arma
saliese volando hacia la oscuridad. Solo un golpe sordo aseguro que lo
que había sucedido era real. Ante los sorprendidos hombres apareció una
amenaza con forma de Stephen, pero lo que les aterro vio su mirada
concentrada en unos ojos amarillos. La "fóvea" de su ojo (parte de la
retina que ayuda a tener una visión más nítida y detallada), formaba una
raya horizontal en lugar de la mancha circular de costumbre. Le
recordaba a un cocodrilo milenario.
Bautista asestó un
puñetazo lateral que fue interceptado por el otro, y luego este lanzó
una patada de contraataque que solo encontró el aire. Uno se abalanzó
velozmente sobre el otro en un torbellino de piernas y brazos. Ocurrió
con tanta rapidez que Jeremy no vio gran cosa, pero Stephen empezó a
gruñir. Jeremy sangraba por la nariz. Bautista agarró del cuello a su
contrincante y, con un movimiento rapidísimo, le agachó la cabeza
mientras lanzaba su rodilla derecha hacia arriba como una catapulta. El
contrincante cayó hacia atrás, pero consiguió agarrarse con los brazos a
Jeremy y quedó colgando justo delante de Bautista. La sangre chorreaba a
Jeremy como si en alguna parte se hubiera roto una tubería. Bautista
vio cómo la piel alrededor del ojo de Jeremy se hinchaba y se llenaba de
sangre. Era como ver inflarse una colchoneta de aire. Jeremy cayó al
suelo y se arrastraba mientras Bautista mira la escena como si fuera un
espectador ajeno. Recibió un golpe por debajo de los riñones que le dejó
sin aire, y al siguiente instante sintió que algo se tensaba alrededor
de su cuello. Eran las manos de Stephen. Mientras se ahogaba pensaba que
un enclenque como era posible que un enclenque como aquel tuviese las
manos tan fuertes. Bautista desesperado lanzó el codo hacia atrás, notó
que impactó contra algo y oyó un gemido. La lengua, entumecida, se veía
empujada fuera de la boca, como si alguien le estuviera besando desde
dentro. Todo empezaba a volverse negro a su alrededor.
El cerebro
bullía. Ya no tenía fuerzas, intentaba tomar la decisión de dejarse
morir, pero su cuerpo no le obedecía. Lanzó un brazo al aire
instintivamente, pero esta vez no había ninguna red de piscina que le
pudiera salvar. Fue una simple oración, como si estuviera implorando por
alcanzar la vida eterna.
Las manos se destensaron
alrededor de su cuello y el oxígeno acudió velozmente a sus pulmones.
¡Más, necesitaba más! Era como si no hubiera suficiente aire y sentía
que los pulmones le iban a estallar dentro del pecho.
Un
rostro sonriente, ensangrentado y amoratado lo miraba con alegría.
Mientras baja el arma que había golpeado en la cabeza a Stephen y lo
había dejado inconsciente.
-Pensaba que serias capaz de dispararle.
Jeremy lo miro con cara de bromista.
-Con las prisas me olvide las balas.
Dupont y Poe fueron caminando a través de varias secciones. Lugares que Edgar jamás había visitado.
- ¿Adónde vamos? -pregunto perdido por el laberintico paseo.
-Alla
donde vamos es uno de los mas secretos. Lo siento, hemos dado un rodeo
para que no sepas su ubicación exacta por si te amenazasen y quisieran
descubrir el lugar.
- ¿Que lugar?
-Lo llamamos "La
alcantarilla" y por su nombre te puedes imaginar que puede ver y quien
quiere ir. No todos tienen autorización para visitarlo porque es donde
guardamos armas que son las únicas que pueden ayudarnos entre otras
cosas.
- ¿Tenemos armas para luchar contra seres del espacio? ¿Disponemos de esa tecnología?
-Nosotros no. Pero se la arrebatamos.
- ¿Quieres decir que...?
-Si, en Arcadia ya nos hemos visto con cosas así.
Tras varias vueltas y revueltas llegaran a una explanada donde nacían varias puertas sustentadas por distintos arcos.
-Espero que no tengamos que elegir.
-Nosotros no.
Dupont se agacho en medio de la plaza adoquinada y saco un ladrillo dejando al descubierto un botón.
-Y ahora por tu bien cierra los ojos. Gira cinco veces sobre ti mismo. Y no los abras hasta que te lo diga.
Edgar
después de hacer lo que Dupont le ordeno oyó el mecanismo de una puerta
abrirse. Sintió una mano sobre su hombro que lo empujaba mientras el
eco de sus pasos en el suelo se iba mitigando. Un aire frio empezó a
envolverle.
-Ya puedes abrirlos.
Ante Edgar nacía una escalera acompañada en los laterales por varias luces evitando así cualquier accidente.
Dupin
apretó un interruptor oculto tras una falsa balda y varias luces se
encendieron aumentando la luminosidad del lugar. Las piedras frías
reverberan los pasos de los dos hombres haciendo eco en las húmedas
paredes. Finalmente, cuando llegaron al piso inferior varias puertas
metálicas les esperaban y todas ellas tenían en el centro una rueda
numerada similar a las de las cajas fuertes. Fueron pasando una tras
otra en un largo pasillo de puertas numeradas hasta que al final en un
recoveco semioculta con el numero 13 aguardaba una de tantas.
Dupin
con destreza empezó a mover la rueda de un lado a otro mientras el
característico sonido de las ruedas dentadas al abrirse fue sonando de
forma consecutiva.
Un clic afirmo que el paso está
abierto y que podían acceder al interior del habitáculo. Con un chirrido
que pedía a gritos una buena dosis de lubricante dejo a un lado la
puerta y dejo al descubierto una buena selección de extraños armamentos
que Edgar nunca llego a imaginar.
En las paredes y de forma
ordenada esperaban diversos artilugios de metales brillantes y redondos
como otros alargados y de apagados colores. Aun así, todos tenía el
terrible aire de ser letales artefactos listos para ser usados.
Dupont
de forma concienzuda fue pasando de uno a otro estudiando su poder y
características y sopesando si realmente era el adecuado para repeler la
amenaza que tenían en ciernes.
Edgar hizo ademan de coger uno de
esos enigmáticos trastos cuando la mirada amenazadora y la seria
negación de su acompañante hizo que todo acabase en una ademan.
-Ni
siquiera yo conozco todo el poder que se encierra aquí dentro. Y menos
si lo que vaya a usar es lo mas adecuado. Pero debemos intentarlo.
Egdar
asintió sumiso mientras se giraba y se dirigía hacia la puerta con
Dupont que colgaba al hombro una especia de bazooka alargada con
extraños símbolos.
-No perdamos tiempo. Estamos todos en peligro y cuando acabemos con ese monstruo mejor.
Bautista
alterado y con paso nervioso fue recorriendo cada estancia y cada
rincón del emplazamiento. Sudaba mientras pensaba que hacer si se
encontraba con aquella maldita cosa. Sin armas y sin apoyo era un blanco
fácil. Pero aun así sentía que era su deber luchar por Arcadia y por
los suyos. Aparte del miedo, el ruido le confundía y le hacía sentir
como si a cada vuelta el peligro se fuera aparecer de forma inminente. Y
resoplaba de alivio cada vez que su intuición fallaba. Pero sabía que
esto no era eterno y como decía aquel dicho ten cuidado con lo que
deseas. Deseando que no llegase el peligroso encuentro deambulo por una
recta que ascendía hacia una esquina que no permitía adivinar lo que
ocultaba. Acelero el paso y cuando doblo el recoveco vio a unos metros
una figura de espaldas. Sus ojos se abrieron de tal forma que sus
pupilas se dilataron lo indecible. Aquello con una especia de mono
plateado y un casco se asemejaba a aquellos locos de la velocidad que
corrían en los circuitos de Indianápolis.
Como si de repente
sufriese una parálisis en las piernas y le hubiesen caído sesenta años
empezó a arrastrar los pies lentamente hacia la criatura. Tal era su
miedo que iba rezando y orando cuanto mas cerca veía al ser. No sabía
cómo iba a pararlo. Ojalá tuviese un plan para detener la amenaza, pero
solo le quedaba improvisar. A medida que se aproximaba iba pensando y
desechando planes de ataque. Su cerebro era una maquina al límite
calculando posibilidades y probabilidades de éxito. A veces mira por
encima deseando que Edgar apareciese cual caballero salvando la
situación en el último momento. Pero por desgracia ni estaba, ni se le
esperaba. Tendría que acometer el trance en solitario esperando una
victoria para la humanidad.
Jeremy acelero los pocos
metros que faltaban para llegar a las húmedas y oscuras celdas. Cuando
se le erizaron los pelos de todo su cuerpo.
-Ph'nglui mglw'nafh Kitsune R'lyeh wgah'nagl fhtagn
Una
voz profunda y oscuro se instaló en el fondo de su cerebro. Stephen que
permanecía colgado sobre su hombro como si fuera un saco empezó a
serpentear mientras giraba su cabeza de una forma antinatural. Sus
miradas se cruzaron y unos ojos parecidos a los de un saurio ya
extinguido lo miraba desde otra vida, otro universo. No le dio tiempo a
reaccionar cuando un fuerte golpe llego sin avisar a su estómago. Jeremy
se dobló momento que aprovechó su atacante para deslizarse hacia atrás y
ponerse de pie. El agredido seguía caído mientras tomaba aire e
intentaba que su cuerpo reaccionase ante el impacto que había recibido.
Stephen andaba a su alrededor como esperando dar el toque de gracia a la
vez que profería unas palabras en un lengua extraño y arcaico.
-Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn.
Sthepen
alzo la cabeza llena de ira mientras miraba al extraño hombre, el cual
había deportado hacia unas horas conversaciones y bromas. Pero por
desgracia no fue por mucho rato una patada en la cara lo volvió a tirar
al suelo. Noto un fuerte dolor en la nariz y vio como el suelo se
llenaba de un goteo incesante de sangre. Sangre que también le llenaba
su boca. Su labio estaba partido.
Mientras Stephen seguía
azuzándole con nuevos golpes. Una patada en el costado le corto
momentáneamente la respiración mientras su oído se llenaba de pitidos y
raras letanías.
Jeremy en un último intento desesperado agarro los
pies de su némesis y tiro fuertemente de ellos haciendo que perdiera el
equilibrio y se golpeara con los barrotes de la entrada de la zona de
control de las celdas. Stephen se giró y su rostro se deformo de tal
manera que al congestionarse mostro la cara de una bestia lleno de ira y
sed de sangre mientras rugía canticos ininteligibles.
Bautista
alcanzo al invasor por la espalda e intento hacerse con él. Pero ni
podía levantarlo ni moverlo era como si se hubiera clavado al suelo. Lo
volvió a intentar con todas sus fuerzas sentía que sus manos se ponían
blancas y las venas de su frente iban a estallar entre el esfuerzo y los
gritos que daba.
Un fogonazo recorrió su cuerpo y su
cuerpo se vio lanzado por una onda invisible hasta que choco brutalmente
contra la pared. Bautista como una marioneta sin hilos estaba desmayado
en el suelo respirando al límite. Sentía sus latidos sin control y su
cabeza a punto de estallar como si le clavasen cientos de agujas a la
vez. Con la mirada vidriosa vio cómo su enemigo sacaba una especie de
pequeño tubo plateado de su espalda. Bautista se preguntaba de donde
había sacado ese artefacto. Vio como una mirada acuosa le lanzaba un
mensaje explícito de odio mientras el en un acto desesperado ponía las
manos delante como si pudiese crear un barrero invisible.
-Vamos, vamos. No te pongas así, estábamos jugando.
Una
luz blanca y muy luminosa salió del arma y fue a impactar por encima de
Bautista. Este empezó a emitir una risa nerviosa a la vez que señalaba
al tirador.
-Creo que tienes el punto de mira algo desenfocado. A ver si necesitas gafas, ser espacial.
El
aludido se giró e ignoro al hombre como si fuese algo ya acabado y
terminado. A Bautista le pareció oír por encima suyo como si la pared
empezase a resquebrajarse, pero en el suelo no sentía ningún movimiento
sísmico. Además, sabía que allí el terremoto era tan frecuente como los
marcianos. Pensó que esta analogía no era muy acertada y movió la mano
de forma instintiva como si estuviese borrando algo en el aire. Giro su
cabeza y vio como poco a poco un agujero se iba abriendo en la pared y
sonidos guturales empezaban a oírse en el otro extremo. Sonidos que
jamás había escuchado y que sonaban como si una gran bestia quisiera
entrar.
Continuara...
Capitulo 34 "Rodante"
Hace 7 años